Las suyas son historias de extraordinario coraje y determinación. Unas vidas en las que la discapacidad, por un lado, y la necesidad de escapar de su país de origen, por el otro, no les han impedido perseguir un sueño. Como en el caso de Zakia, a quien la toma de Kabul por los talibanes le impidió viajar a Tokio 2020, pero ni siquiera entonces se rindió.

Si hay colaboración -y la gente se levanta del escritorio- la inclusión escolar puede funcionar: esto cuenta con el apoyo de padres y profesores comprometidos a hacer que los estudiantes con discapacidad vivan bien. Sin embargo, 40 años después de la ley que los acogió, los problemas persisten. Pero llega una propuesta disruptiva