Inicialmente, el partido entre Türkiye y Austria sólo se podía ver por televisión pagando una tarifa. Hubo gran indignación por esto. Pero la emoción es tan molesta como aburrida.
Qué espectáculo entre Austria y Turquía en Leipzig. Turquía consiguió ganar por 2-1 los octavos de final más dramáticos de esta Eurocopa tras una fase final apasionante. Ahora podrá luchar por un lugar en las semifinales en un duelo contra Holanda en Berlín.
Antes del inicio ya se había desatado una acalorada discusión, ya que el partido era uno de los cinco de esta Eurocopa que sólo se podía ver detrás de la barrera salarial. O mejor: debería dar.
Poco antes del inicio a las 21:00 horas, la multitud en el sitio web de MagentaTV era tan grande que muchos usuarios no pudieron iniciar sesión. La cola incluía temporalmente a más de 100.000 usuarios, lo que llevó al operador Telekom a ofrecer finalmente el juego de forma gratuita en YouTube.
El número de visitas fue enorme: casi medio millón de personas siguen el partido a través de YouTube. Entonces ¿un final feliz para todos? No del todo, porque ahora estaban molestos quienes ya habían pagado diez euros por la suscripción a MagentaTV, que se puede cancelar mensualmente.
El debate en torno al partido contra Turquía ha demostrado una vez más lo oportunistas que pueden ser los aficionados al fútbol. Muchos exigieron que el partido se retransmitiera por la televisión pública. Muy bien, ¿todavía está bien? El entusiasmo por el hecho de que el fútbol no se transmita por televisión en abierto es tan molesto como aburrido.
Una empresa privada, Telekom, se aseguró hace años los derechos de la Eurocopa de 2024. Sólo gracias a una sublicencia se podrán ver 34 de los 51 juegos en ARD y ZDF, y 12 más en RTL.
El modelo de sublicencia es uno que se utiliza y se seguirá utilizando cada vez más en el mercado de derechos de televisión. Por ejemplo, la cadena de televisión de pago Sky ya colabora con RTL y comparte los derechos de la 2.ª Bundesliga, la Fórmula 1 o la Premier y la Europa League.
La razón es sencilla: los derechos de televisión, especialmente en el fútbol, son cada vez más caros. No es de extrañar que la Liga de Campeones haya desaparecido casi por completo detrás de la barrera salarial; el ZDF ya no pudo ni quiso pujar. Y eso es bueno.
Todo menos un escándalo
Porque aquellos que, por ejemplo, estaban molestos porque el partido Turquía-Austria no se retransmitió en la televisión en abierto, son los primeros en gritar cuando el precio de la retransmisión vuelve a aumentar unos céntimos. El fútbol es un deporte nacional, pero el negocio del fútbol, con sus millones de salarios, ha llegado a un punto en el que las emisoras públicas, con razón, ya no presentan ofertas, o sólo hasta cierto punto. El hecho de que cinco de 51 partidos se hayan retransmitido en televisión de pago es todo menos un escándalo.
A los que se han quedado boquiabiertos les dan ganas de gritar: ¡Dejen de quejarse, maldita sea! Si quieres ver los partidos, debes estar dispuesto a pagar un precio determinado. Y un servicio cuesta algo. Este es el caso en el transporte público, en la panadería o incluso en los partidos del Campeonato de Europa.
Ver fútbol por televisión no es una necesidad básica en el sofá de casa, aunque algunas personas puedan creerlo. También habría otras formas de ver el partido del martes por la noche. Ya sea en un pub, en un acto público o con la ayuda de una llamada VPN.
Al fin y al cabo: los siete partidos restantes de la Eurocopa se retransmitirán íntegramente por televisión en abierto. No habrá más protestas públicas ridículas. Al menos hasta el próximo Mundial, porque entonces empezará de nuevo el gran ruido.