Éxito en dos sets del polaco que repite tras el triunfo del año pasado: venció al número 2 del mundo por 6-3 6-4
La tierra roja ha vuelto y con ella su reina. La campeona WTA 500 de Stuttgart vuelve a ser Iga Swiatek, vencedora por segundo año consecutivo ante la misma rival a la que se enfrentó en la final hace una temporada, Aryna Sabalenka. El número uno del circuito agotó al número dos en la distancia, llevándose, gracias a una actuación sencillamente perfecta, un partido de altísimo nivel por 6-3 6-4 en 1h50′. La polaca refuerza así su extraordinaria relación con la superficie (es la más joven en ganar allí seis torneos desde Martina Hingins en 2000), pero sobre todo su dominio en la clasificación: Sabalenka, mujer con más victorias (23) y más finales (4) de la temporada, se mantiene a más de 2.000 puntos de distancia, con Swiatek que, en las próximas semanas, intentará aprovechar la tierra batida primaveral para resbalar aún más.
un conjunto uniforme
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El ranking, seamos sinceros, no mentía: el choque entre los dos mejores tenistas del momento fue verdaderamente uno de los espectáculos más fascinantes que podía ofrecer el circuito. Nivel: muy alto. Puntos gratis: ninguno. Salvo vertiginosos ganadores, a menudo firmados por Sabalenka, los intercambios fueron largos, trabajados y espectaculares. Las estadísticas le dieron a Swiatek una victoria con un 68% de probabilidad, pero durante siete juegos los dos lucharon de manera pareja, encontrándose en la cima de su tenis. El punto de inflexión está precisamente en el octavo juego, cuando Sabalenka habría tenido la oportunidad de derribar la temible muralla defensiva de Swiatek, pero hundió a la red el remate decisivo (uno de sus 18 errores libres en el primer set, más del doble’ adversario). Y eso no es todo: con ese error también se hundieron sus certezas, dio paso a la tensión y se vio obligada a dejar el primer quiebre a su oponente (en su cuarto intento). 5-3 Swiatek, el último juego es un trámite y el set finaliza en el minuto 51.
solidez
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El choque sobre el césped fue total. Una de las dos mejores delanteras, Sabalenka, frente a la mejor contradelantera, Swiatek, la polaca que juega con el lazo de Ucrania en la gorra, frente a la bielorrusa que lleva semanas denunciando el odio que está recibiendo, en el vestuario , por su nacionalidad. Pero también un gran especialista en hormigón frente al actual maestro del barro; la mujer para batir contra los que quieren establecer su dominio. Hoy la superficie ha hecho lo suyo. La vuelta a la tierra batida nos devolvió a la mejor Swiatek, más tranquila que nunca tras un inicio de temporada entre altibajos, atléticamente inabordable, que acabó desgastando a su contrincante gracias a su desconcertante perfección. No fue como la final 6-2 6-2 del año pasado, pero el segundo set fue más fluido que el anterior. El final del primer parcial dejó su desolación a Sabalenka, que empezó a sufrir de inmediato una rotura que resultaría decisiva, volviéndose rápidamente más inquieta en la mímica y el tenis (nervios que la llevaron también a tocar con remate a su rival). Su juego, en realidad, también habría seguido siendo bastante competitivo: el verdadero problema es que el juego de Swiatek no se ha movido del inalcanzable nivel de solidez del primer set, salvo por algún error en el saque. Hablando de solidez, es la tercera vez en su carrera que Iga logra confirmar una victoria de la temporada anterior (tras Roma ’21-22 y Doha ’22-23). Una gran señal para los próximos meses, en los que le tocará defender los puntos del Foro Itálico y los, preciosísimos, de Roland Garros.
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