Platas y bronces, la clase alta del deporte italiano nunca decepciona


París – Todavía falta oro. Y, sin embargo, el medallero azul se mueve, después de las primeras horas de los Juegos de París, que se habían mostrado grises, el mismo color que el cielo lluvioso de la capital francesa. Pero luego llegó PippoJet Ganna poner en el tablón de anuncios la primera de una serie de medallas de la voluntad que son quizás las que más quedan grabadas en la mente y el corazón. La excelente salida, la lluvia torrencial, las piernas atascadas, el derrape, la loca remontada y el final plateado: dentro de unos años volveremos a disfrutar de esta contrarreloj, en el sofá de casa y con una copa de vino en mano en mitad de la noche, en uno de esos momentos todos para nosotros en los que saboreamos las cosas que ya no están, pero que aún son hermosas.

En los ojos, entonces, de observador privilegiado y agradecido de la llegada al puente Alejandro III, quedan el abrazo y el beso que el inglés Tarling intercambió, en silencio, con su novia para diluir la amargura de un podio olímpico desvanecido para una pareja. de segundos perdidos por un pinchazo y el posterior cambio de moto. Estábamos a punto de fotografiarlos, ese beso y ese abrazo, para luego relanzarlos en las redes sociales y arrancar corazoncitos y pulgares; pero luego vencieron el pudor y el respeto, el disparo quedó sólo impreso en el iris, y es la pequeña medalla personal que ya guardamos de nuevo en la maleta para llevarnos a casa.

Filippo Ganna está orgulloso pero también arrepentido de su plata. Sentimientos compartidos por 4×100 estilo libre quien, mejor decirlo de inmediato, logra confirmarse en el podio olímpico tras la plata en Tokio2020. Pero el hecho de que nuestros tiburones sientan esta mezcla de satisfacción y arrepentimiento da la idea de un movimiento que ahora está pensando en grande, y esta es quizás ya la victoria más significativa.

Grande, inmenso por cierto, es el Grand Palais donde Gigi Samele deja que su grito resuene después de un día entero de sables que le otorgan otra medalla olímpica, otro precioso bronce. A sus 37 años es el paradigma de esa clase media alta de nuestro deporte que quizá en algún tiempo sólo recuerden los expertos de la rama (y del arma), pero que en cambio constituye columna vertebral y eje esencial de nuestro patrimonio (y pecho) Olímpico.

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Por último, pero no menos importante (pero sólo por ahora), la hazaña histórica que surge del campo de tiro de Chateauroux (pequeño aparte: pero ¿por qué situar el campo de tiro olímpico a unos 300 km al sur de la ciudad que acoge los Juegos? Misterio…): desde el tiro. galería, de hecho, aquí están las medallas de Federico Nilo Maldini (que perdió ante el chino Yu-Xie en la última serie de dos tiros) y paolo monna quienes se llevaron plata y bronce respectivamente en la pistola de aire comprimido 10 metros. Un doblete histórico, ya que nunca antes dos italianos habían logrado subir al podio al mismo tiempo en una competición de tiro olímpico. Y además, volvemos a celebrar una medalla en esta especialidad tras el oro de Roberto Di Donna en Atlanta 1996 y la plata de Luca Tesconi en Londres 2012. Medallas, en efecto, nacidas de la historia y teñidas de azul.



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