Camino con un vestido de verano con mi joven perro perdiguero de pelo negro por una calle destartalada donde los trabajadores están conferenciando. Mientras paso, la conversación se queda en silencio. Medio anticipando algún silbido anticuado, escucho a uno de los hombres decir suavemente: «Bueno, ese es un perro realmente agradable».
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Una versión de este artículo también apareció en el diario del 16 de agosto de 2022