Las secuelas de la caótica semana de votaciones del Quirinale y la proximidad a grandes pasos de la cita con las elecciones políticas de 2023 alimentan continuas rachas que atraviesan la mayoría y provocan sobresaltos al Gobierno, llamado a mantener el rumbo trazado por Mario. Draghi. Lo último llegó el lunes 21 sobre el decreto Covid que examina la Cámara. Con la Liga que presentó una subenmienda (luego rechazada) para eliminar la obligación de pase verde a partir del 31 de marzo, también apoyada por Fdi y Alternativa y sobre la que Fi había anunciado la abstención, pese a la opinión contraria del Ejecutivo.
En la oficina del Primer Ministro echaron agua al fuego. Pero la señal no se pasó por alto. También porque se produjo unos días después de la reprimenda de Draghi en el Consejo de Ministros que siguió a la llamada “noche loca” del Milleproroghe. El escenario para los próximos meses sigue siendo el de un viaje en el que acechan peligros y trampas de diversa índole.
La estrategia
Y por ello, el Palazzo Chigi estaría barajando algunas medidas dentro de una estrategia basada en el blindaje del PNRR (con sus correspondientes reformas) y el Def, a presentar en marzo y no en abril.
Un blindaje que debería desencadenarse vinculando las principales medidas al voto de confianza en la Cámara. Empezando por la delegación fiscal y la reforma del CSM en la Cámara. Y continuando con la ley anual de competencia, el código de contratación, el decreto Sostegni ter (con el capítulo de superbonus) al Senado. Pero antes de accionar la palanca de la “confianza”, muy utilizada en el primer año de gobierno de Draghi (la última votación fue el lunes en el Milleproroghe) sobre cada uno de estos expedientes habrá que jugar el difícil juego de las enmiendas. Y el campo de juego es extremadamente resbaladizo, como lo demuestran los casos Milleproroghe y DL Covid.
El papel de Garofoli
Hasta ahora las tareas de conexión entre el Gobierno, los grupos y las comisiones parlamentarias se han encomendado fundamentalmente al Ministro de Relaciones con las Cortes, Federico D’Incà. Pero ya en los próximos días parte de la investigación también podría ser manejada por el subsecretario de la Presidencia, Roberto Garofoli, quien ya tiene la tarea de monitorear en tiempo real el estado de implementación del PRN. Los mismos jefes de grupo y también los presidentes de las comisiones podrían tener en Garofoli, así como en D’Incà, una especie de interlocutor fijo, que permitiera al Parlamento optimizar las decisiones tomadas por la sala de control, encabezada por Draghi, sin crear riesgos de cortocircuito para el gobierno.