La fiesta del carnaval vuelve a estallar después de dos años de escasez. La esencia de la fiesta es la misma en todas partes: todas las relaciones están patas arriba. La forma en que los asistentes a la fiesta interpretan esto difiere según el lugar y la época, según los expertos.
“La característica más importante del carnaval es que las relaciones se invierten”, dice el profesor de Estudios Culturales Sjaak Kroon. “El alcalde entrega la llave de la ciudad al Príncipe Carnaval, renunciando simbólicamente al poder”.
Kroon cree que es un riesgo que algunas tradiciones sean menos comprendidas por las celebraciones de carnaval. “Esto amenaza con diluir los rituales”, dice. Por ejemplo, la transferencia de claves.
En Middelaar, en el norte de Limburg, donde el mismo Kroon celebra el carnaval, este traspaso siempre estuvo acompañado de discursos críticos sobre el ayuntamiento. “A todos los caracoles se les echaba sal. Pero hoy en día se canta una canción alegre”. Según Kroon, ahora se trata más del inicio de la fiesta de carnaval que de la transferencia de poder.
Según Kroon, si la gente ya no entiende por qué existen las tradiciones, existe un riesgo creciente de que el carnaval se parezca más a una fiesta ordinaria. “Hay que saber celebrarlo”.
‘En Brabante el carnaval es más rancio y alegre’
Jan van Mersbergen es un ávido asistente al carnaval y autor del libro Carnaval, una historia de vida. Ve que la cultura del carnaval en Brabante Septentrional es más plana que en Limburgo. De adolescente celebró el festival folclórico en Breda, donde dijo que era “bastante recargador”.
“En Brabante el carnaval es más rancio, más abierto y más alegre”, dice Van Mersbergen. Allí la gente solo pregunta si quieres salir y tener sexo. En Venlo (donde Van Mersbergen actualmente celebra el carnaval, ed.) Esa pregunta se hará de manera más sutil”.
El autor también tiene un ejemplo rancio. Vio como un niño se llenaba de pis un vaso de cerveza que había guardado y lo ponía en un estante. “Entonces un polonesero tomó la ‘cerveza’ y le dio un sorbo”, dice divertido.
El profesor Kroon cree que la imagen de los forasteros de que el carnaval es disoluto no está justificada. “En Occidente, la gente piensa que se trata de beber y hacer trampa, pero eso, por supuesto, no es la esencia. Ni en Limburgo ni en Brabante”.
Llorar todos los años
Van Mersbergen lleva años yendo a Venlo por estas fechas, con 20 kilos de ropa de carnaval. “No puedes simplemente presentarte en la boda del granjero el martes con un traje morado”, dice. “Tienes que tener un buen traje y una buena historia”.
Proporciona contactos en profundidad, dice Van Mersbergen. En Venlo se baila de tal forma que los asistentes a la fiesta se miran a los ojos. “Nunca la polonesa. Y en cada canción está la palabra ‘tú’. Así siempre puedes cantarle a alguien”, dice.
También tiene al menos un momento de llanto cada año. “Eso también está bien. Entonces alguien me rodea con un brazo”.
Al final, según Van Mersbergen, se trata de la gente. “Hablamos mucho, también sobre la enfermedad y la muerte. El último miércoles siempre sé exactamente dónde estoy en mi vida”.