¿Italia es puntual en el PNRR, incluso de antemano, como afirma Mario Draghi? ¿O tarde, como decía ayer Giorgia Meloni? Son dos caras del PNRR que coexisten.
Si miramos la cinta oficial en la que corre el PNRR y la supervisión de la UE, Italia es un tren a tiempo. Hay que tener en cuenta, como subrayó ayer el primer ministro saliente, que los objetivos e hitos definidos en la decisión de 13 de julio de 2021 del Consejo de la UE (el llamado “Anexo”) son lo único que le interesa a Bruselas y que cuenta a efectos del pago de las cuotas que nos paga la UE. Sobre esos seremos juzgados y solo si esos objetivos no se logran, el PNRR italiano estará destinado a detenerse o, peor aún, a descarrilar.
Habiendo alcanzado los 51 objetivos de diciembre de 2021 (4T 2021) y los 45 de junio de 2022 (T2 2022), ya sellados por Bruselas y pagados con un cheque de 48.200 millones, también vamos por buen camino para alcanzar los 55 en diciembre de 2022 (T4 2022). El informe al Parlamento presentado ayer por el subsecretario Roberto Garofoli a la sala de control y al MDL detalla el panorama, según el cronograma reescrito por Draghi y Garofoli hace un mes: 21 goles de 55 ya logrados, otros 8 serán logrados por El propio Draghi en octubre, los otros 26 se pondrán en marcha pero el próximo gobierno tendrá que acabar con ellos.
el camino recorrido
El camino a Meloni parece cuesta abajo y se descarta que alguno se ciña a esos 55 goles. También porque Draghi despejó el campo del objetivo políticamente más sensible, la implementación de la competencia: obtuvo de Bruselas una actitud flexible sobre el momento de la implementación de los objetivos no requeridos directamente por la UE en el momento de la ley de competencia de 2021, en cuanto a por ejemplo, las concesiones de baño, que deberán ejecutarse en los plazos de la delegación nacional fijados para febrero de 2023. Y no a finales de 2022. El tercer tramo del 21,8 también está cerca y esta vez lo recogerá Giorgia Meloni.
Pero el premier in pectore no se equivoca al estar preocupado. En las negociaciones iniciales con Bruselas, Draghi logró durante los dos primeros años objetivos vinculados a reformas (políticamente exigentes) y objetivos fáciles (o secundarios) vinculados a inversiones, para asegurar un despegue gradual. En los ferrocarriles Nápoles-Bari y Palermo-Catania, por ejemplo, todos los contratos deben adjudicarse antes de fin de año, pero son obras en las que los proyectos han estado trabajando durante años. Además, cabe señalar que los objetivos del PRN son siempre cualitativos -obras contratadas o no- y no cuantitativos. Quién tiene en mente los informes de los fondos estructurales de la UE, donde lo único que importa es cuánto has gastado y si has gastado lo que se esperaba, está fuera del camino.
Sobre los flujos de gasto, el Mef se ha fijado -y no ha respetado- unos “objetivos nacionales” que no aparecen en el radar de Bruselas. Los 41.400 millones que deberíamos haber gastado en 2022, luego reducidos a 33,7 por el Def de abril, corresponden a una contabilidad interna del Mef: el hecho de que nos detengamos en 21.000 millones no afecta a la comisión.