“Ya han pasado 3 años y 7,5 meses”, suspira la madre Colinda en el sofá de su casa en Hoorn, donde también están sentados su marido Danny y la mejor amiga de Anouk, Romy. Para hablar de Anouk. Su Anouk. Una mujer joven y vivaz. Lleno de energía, con una vida por delante. Trabajo, deportes, muchos amigos. Y salir los fines de semana. Nada era demasiado loco para Anouk. “Ella fue muy rápido”, dice el padre Danny. “A veces la comparamos con una mariposa. Revoloteaba por la vida”.
Era dulce, creativa y sociable. Ella siempre estuvo ahí para todos y a veces se olvidaba de sí misma. “Ella podía dar mucho amor a los demás”, dice el padre Danny. Anouk trabajó como asistente de enseñanza con niños con discapacidad. “Todos la amaban”, dice su madre con orgullo.
También recuerda cómo Anouk recogió las flores del jardín del vecino y luego se las dio al mismo vecino. Anouk con todo detalle. “Ella también fue un factor de conexión que puso en contacto a muchos jóvenes de la zona”.
El texto continúa debajo de la foto.