Robin Ramaekers está en Odesa, en el lado ucraniano del frente. La vida normal comienza a regresar, pero el miedo aún prevalece. Allí habló con un belga que acaba de volver a vivir a Odesa. Ha vivido allí durante diez años, pero se vio obligado a huir a Rumania durante seis meses con su esposa e hija.
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