En el norte de Burkina Faso, alrededor de 170 civiles fueron “ejecutados” en “ataques asesinos en masa” contra tres aldeas la semana pasada. Así lo informó el domingo la agencia de noticias AFP basándose en informes de un fiscal de la región. Aún no está claro quién fue el responsable de los asesinatos. El fiscal escribe que “dada la gravedad y las circunstancias de todas estas acusaciones e informaciones”, ha ordenado a la policía que inicie una investigación. Se cree que entre las víctimas también hay decenas de niños pequeños.
Desde 2022, el gobierno de Burkina Faso está en manos de una junta que dice querer defender a los ciudadanos contra los movimientos yihadistas. Es posible que los mismos grupos yihadistas, vinculados a Al Qaeda y Estado Islámico, fueran responsables del ataque masivo de la semana pasada.
Los yihadistas no derrotados
Según el Índice Global de Terrorismo El 43 por ciento de todas las muertes terroristas en el mundo se producirán en la región del Sahel en 2022. En 2007, esta cifra era todavía el 1 por ciento. El avance de la violencia ha sido utilizado por el capitán Ibrahim Traoré, líder de la junta, como defensa principal de su golpe: si el ejército tiene el control, los yihadistas podrían ser derrotados. Esa imagen ha demostrado ser más propaganda que verdad en los últimos años.
A principios de esta semana, el Ministro del Interior, Mahamadou Sana, admitió en la televisión nacional que “durante el fin de semana pasado sufrimos varios ataques coordinados y simultáneos en el territorio nacional”. Según Sana, el devastador ataque de la semana pasada se produce tras acciones exitosas del gobierno contra “bases terroristas y campos de entrenamiento”, así como operaciones contra las líneas de suministro de los grupos.
En los últimos años, la junta ha negado sistemáticamente su responsabilidad por incidentes violentos como el de la semana pasada. En algunos casos, incluso parece como si los propios soldados del ejército gubernamental hubieran causado masacres entre la población civil.