En Rusia, el Primer Ministro de Estonia es ahora una persona buscada

No está claro de qué acusa exactamente Rusia a Kaja Kallas, pero es evidente que sus críticas a la invasión de Ucrania no la hicieron popular en Moscú. Según el Kremlin, el primer ministro de Estonia es alguien que ha “cometido actos hostiles” contra Rusia y su legado histórico.

De la investigación de la plataforma rusa Mediazona Parece que el nombre de Kallas, que anunció en noviembre que quería convertirse en el nuevo jefe de la OTAN, aparece en una base de datos del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso. Esa base de datos contiene personas buscadas por el gobierno. El Ministro de Cultura de Lituania, Simonas Kairys, también estaría en la lista.

Debido a que la base de datos no indica de qué se sospecha que las personas buscadas, es imposible para los externos distinguir entre casos políticos o criminales. Es más, según Mediazona En la lista figuran unos setecientos nombres de extranjeros que probablemente nunca vendrán a Rusia.

Una persona así es, por ejemplo, Piotr Hofmański, el presidente polaco de la Corte Penal Internacional de La Haya, que emitió una orden de arresto contra Vladimir Putin. Sorprendentemente, a cualquiera que lo encuentre en Rusia se le pide que se comunique con la policía local; la del Distrito Administrativo Oriental de Moscú.

Papel pionero en el apoyo a Ucrania

Para Kaja Kallas probablemente será una insignia de honor que Rusia quiera capturarla. El Primer Ministro, de 46 años, es descendiente de uno de los fundadores de la Estonia independiente (en 1918). Su abuela y su madre fueron exiliadas a Siberia durante la ocupación soviética del país.

Desde la invasión rusa de Ucrania, Kallas ha estado tratando de tomar la iniciativa en la organización del apoyo de Europa y Estados Unidos. Fue una de las fundadoras del fondo de la UE que permite a los estados miembros pagar armas para Kiev y abogó por un mayor apoyo armamentístico en la OTAN, de la que Estonia también es miembro.

Por el contrario, Rusia se quejó anteriormente de Estonia y otros países bálticos por la eliminación de monumentos de la era soviética. Las minorías rusas en los Estados bálticos también serían tratadas como “ciudadanos de segunda clase”.