Por Oliver Ohmann
La Real Fábrica de Porcelana fue fundada en 1763 por Federico II. Desde entonces, la fábrica produce la porcelana más fina. El mejor cliente de KPM fue el mismísimo rey de Prusia: su pedido: 21 juegos con hasta 500 piezas cada uno.
Hoy en día, Federico el Grande está presente en la zona de visitas de KPM. Pero no como un jamón viejo, sino como un retrato moderno a lo Warhol. “Esto bien podría simbolizar la empresa en el siglo XXI”, afirma Jenja Carow (44), directora de marketing del fabricante con sala de ventas en la Wegelystrasse de Charlottenburg.
Primero, un recorrido por el pasado y el presente. Una taza de café con leche de KPM (reconocible por la marca del cetro en el fondo de la taza) se crea en el siglo XXI prácticamente de la misma manera que en la época de Fritz.
Carow: “En una taza trabajan 25 personas durante un total de 14 días. La taza se fabrica en 29 pasos y se recoge a mano diez veces”. Todo esto sucede en el corazón de Berlín, desde la producción de la masa de porcelana hasta el embalaje para su venta en todo el mundo.
En lo que respecta a las ventas, KPM no se considera simplemente una tienda. “Se podría llamar más bien un lugar de experiencia de marca”, dice Carow, que lleva diez años en la empresa. En los edificios históricos la fina porcelana se presenta como en un museo moderno.
En medio de la pared de un antiguo horno circular se pueden ver las partes individuales del famoso grupo de princesas. La obra maestra de Schadow de 1797 es un clásico de KPM (25.000 euros) y se ensambla a partir de casi 90 piezas individuales antes de hornearse a 1.400 grados. “Si incluso una parte está defectuosa, se soluciona todo”, explica Carow. Esto se aplica a toda la porcelana de KPM, desde platos de desayuno hasta magníficos jarrones, y explica el precio.
Grandes planes para el futuro
¿Cómo se prepara para el futuro el fabricante de 260 años y sus 220 empleados? Carow: “Escuchamos a nuestros clientes, observamos las grandes tendencias de nuestro tiempo y luego pensamos qué actitud debemos adoptar hacia ellos. También pensamos en cómo podría verse el KPM dentro de 50, 100 o 200 años”.
Uno de los lemas de la empresa es: Somos tradicionalmente innovadores y abiertos al espíritu de los tiempos. El mejor ejemplo: 60.000 tazas de café para llevar vendidas, fabricadas con la más fina porcelana de KPM, al estilo de la serie Kurland. “Proporcionan ese momento KPM que hace que el café sepa aún mejor y, al mismo tiempo, hacen una valiosa contribución al medio ambiente”, afirma el profesional de marketing.
Con el KPM, el “fundador” Friedrich realmente elevó el oficio y el comercio de Berlín a la categoría de nobleza..