La presión constante sobre el sector influye en un tercio de los incidentes y denuncias sobre protección juvenil. Esta presión se debe, por ejemplo, a la falta de ayuda adecuada, a los traslados de jóvenes, a los cambios de empleados y a una experiencia insuficiente.
Así se desprende de un análisis de la Inspección de Salud y Juventud (IGJ). La IGJ realizó una investigación sobre 135 denuncias de calamidades o incidentes violentos en el primer semestre de este año.
Según la inspección, un análisis de 194 señales que el Centro Nacional de Informes de Atención recibió de los padres o de los involucrados también muestra que muchas de ellas tienen que ver con problemas en la propia protección de los jóvenes. La organización califica de “preocupante” el estado actual de la protección y atención a los jóvenes.
“A pesar de los esfuerzos de los protectores de jóvenes, de los profesionales implicados y de la supervisión de la inspección, la situación en la cadena de protección de la juventud sigue siendo mala”, afirma la inspección, que ya se había dirigido previamente al Gabinete sobre la situación. Este análisis es ya la tercera señal de este año.
Además, también hay problemas con las listas de espera y de progresión. “En junio todavía hay alrededor de mil seiscientos niños sin un protector juvenil permanente”, afirma ahora la inspección. “Los niños con peticiones de ayuda complejas son enviados de pilar en puesto o acaban en centros cerrados de atención juvenil porque no hay otra alternativa”.
Organizaciones de protección juvenil han indicado a la IGJ que seguirán trabajando con estas listas. Por ello, la inspección espera que las organizaciones de protección de la juventud los evalúen mejor. La IGJ también espera que las organizaciones consideren las consecuencias para los niños y las familias.