El último matrimonio, según informa la prensa local, data de hace 52 años. Desde entonces en el pueblo de Caramanico, en la provincia de Pescara, nadie había pronunciado los votos matrimoniales. Al menos hasta el pasado mes de septiembre, cuando un matrimonio residente en Canadá cruzó las escaleras de la iglesia medieval de Santa Maria delle Grazie. Dos italianos, en realidad, que han optado por cruzar el Atlántico para celebrar su boda en el país de los bisabuelos del novio.
Un mercado de casi 600 millones de euros
La boda de Caramanico es solo una de las 11.000 bodas celebradas en Italia en 2022 y en las que participaron cónyuges del extranjero, por una facturación de 599 millones de euros. En 2019, último año antes del largo parón en las ceremonias impuesto por el Covid, fueron 9.200, para una facturación de 540 millones. Una porción interesante, pero ciertamente mejorable, del mercado global de “bodas de destino” que, según Businesswire, tenía un valor de 21.400 millones de dólares en 2022 y que superará los 64 para 2026, con una tasa de crecimiento anual promedio del 31,5%.
Los datos italianos provienen del Observatorio Destination Weddings in Italy, realizado por el Centro Studi Turistici y financiado por el Ministerio de Turismo, presentado por Enit y el Italian Convention Bureau, del que surgen aspectos interesantes, incluidos cambios y confirmaciones. Lo que es estable, por ejemplo, es el ranking de los países de origen de los cónyuges, que sitúa en primer lugar a Estados Unidos con una participación que supera el 29% (fueron el 23,5% en 2019), seguido por Reino Unido, Alemania y Francia Sin embargo, también hay brasileños, indios y emiratíes que eligen Italia para casarse.
Más allá de la Toscana clásica en busca de destinos insólitos
Toscana es firmemente la primera región elegida, con el 21 % de los matrimonios organizados dentro de sus fronteras, seguida de Lombardía, Campania, Puglia, Sicilia, Lacio y Piamonte. Y aunque en general la zona del centro de Italia es la favorita, con una cuota del 38,8%, otras zonas menos conocidas y turísticamente golpeadas se adelantan en las preferencias de los cónyuges. Y ello, según el estudio, por dos motivos: el primero se manifiesta en el descenso del gasto medio (hasta los 53.800 euros, un 8% menos que el valor medio de 2019), lo que atestigua la tendencia hacia destinos menos “de lujo”. ; la segunda, ligada a la primera pero independiente a la vez, en el afán de descubrir lugares auténticos, insólitos, con culturas y tradiciones por descubrir.
Decir “sí” en un pueblo es cada vez más popular
La confirmación viene precisamente de la boda de Caramanico, que es uno de los pueblos involucrados en el proyecto Matrimonio del Borgo, concebido por la Asociación Consultora Wedding Bureau, que ofrece a los cónyuges un matrimonio lleno de antiguas costumbres, ritos y símbolos: por ahora el Las ceremonias están programadas solo en Castel Sant’Angelo, pero pronto también participarán Caramanico y Pescocostanzo. Las novias se visten según ritos milenarios, hay serenatas y bailes en la plaza, pero también excursiones para conocer territorios fuera de los circuitos de masas, y potenciarlos y hacer crecer sus actividades afines. En Sarnano, en la región de Marche, la empresa “Le sibille del borgo” de Emanuela Leli y Brunella Trisciani se centra precisamente en la boda de destino con un hotel generalizado, un servicio de cocina tradicional, pero también un taller de artesanía. Parece que una pareja australiana se ha puesto en contacto con ellos para celebrar su boda en Sarnano el próximo año. En Puglia, en cambio, es la empresa Sublimae Wedding la que organiza bodas en pueblos y granjas, involucrando a los lugareños: en el último año han tenido invitados belgas, irlandeses, estadounidenses y británicos.