Tras años de silencio absoluto de la prensa, se presentó con unas bellas palabras, dirigidas a su exmarido, sin sombra de rencor


Aldo Cazzullo (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

Tra yo muchos obituarios llegaron a Corriere della Sera en la muerte de Silvio Berlusconi, hay uno que me impactó de manera particular. Era firmado por Carla Dall’Ogliola primera esposa del Caballero.

Durante mucho tiempo, en años lejanos, una entrevista con Carla Dall’Oglio fue el sueño de los periodistas italianos: porque Carla Dall’Oglio nunca hablaba. Se decía que vivía en Londres, no precisamente en la pobreza, y que los acuerdos postnupciales excluían precisamente las entrevistas.

Ahora se presentó con unas hermosas palabras dirigidas a su exesposo: «Fuiste un gran hombre y un padre extraordinario. Recordaré la belleza de los años que pasamos juntos». Así, sin sombra de rencor, incluso legítimo en una mujer que había sido abandonada.

Funeral de Berlusconi, Francesca Pascale permanece en silencio:

No quiero comparar. No se habla de las propias mujeres; imagina las de los demás. El cuasi matrimonio, con el cuasi suegro conduciendo a su cuasi esposa al altar, no fue objetivamente una de las mejores páginas de Berlusconi. Más historias.

En cualquier caso, estas palabras de Carla Dall’Oglio, después de tantos silencios, son verdaderamente oro. El día en que el Corriere della Sera publicó este obituario, está aquí la noticia de la muerte de Flavia Prodi, esposa de Romano.

Prodi y Berlusconi estaban unidos sólo por duelos; si no, no podrían haber sido más diferentes. El profesor de Bolonia claramente nunca había mirado a otra mujer en su vida. «Ella era hermosa, yo era feo, la cortejé durante tres años», le encantaba contar.

Flavia fue una mujer previsora: entendió que es mejor elegir a un hombre locamente enamorado de ti, que empeñarse en perseguir a quien no te quiere y no te merece. Al menos siempre lo he pensado, ya las chicas les daría este consejo no solicitado. Carla y Flavia supieron amar a dos hombres difíciles a su manera; y estos amores son cosas que nunca terminan.

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