Todos en Vivaldi se dan cuenta: el Irangate no puede seguir enconándose

El Irangate lastima a Vivaldi. Los partidos de gobierno de izquierda parecen haber perdido toda confianza en la ministra de Relaciones Exteriores, Hadja Lahbib (MR), pero ella permanecerá en el cargo por el momento. MR no quiere saber de un despido.

Jeroen van Horenbeek y Stavros Kelepouris

El próximo lunes, el ministro Lahbib comparecerá en el parlamento para una nueva prueba. Los socialistas y los verdes exigen una explicación clara lo antes posible de su papel en el expediente de la visa iraní y una disculpa por sus declaraciones -al menos- engañosas en los últimos días. En palabras de Wouter De Vriendt (Groen) el jueves: “Hay un abuso de confianza y hay que repararlo”.

A los partidos liberales del gobierno les gustaría dejar todo el asunto atrás lo más rápido posible, sin debates demasiado elaborados en el parlamento. La dirección del partido de MR no está pensando en sacar del medio a Lahbib, un importante peón en el tablero de Bruselas de cara a las elecciones del próximo año. El primer ministro Alexander De Croo (Open Vld) tampoco parece estar planeando acompañar a Lahbib a la salida por el momento.

Cerrado

La pregunta es si Lahbib está listo para otra prueba. El jueves, no se la vio por ningún lado durante la tradicional hora de preguntas. Una hora de preguntas donde una lectura estricta de las reglas impidió un debate completo sobre el Irangate. El primer ministro De Croo se escondió detrás de este extraño estado de cosas para evitar que la crisis dentro de su gobierno se intensificara aún más. “El incidente está cerrado”, dijo.

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Tampoco estuvo claro durante mucho tiempo el jueves cuándo Lahbib volvería a rendir cuentas ante la Cámara, después de una sesión caótica el miércoles en el Comité de Relaciones Exteriores. A propuesta de la presidenta de la comisión, Els Van Hoof (CD&V), por la tarde se decidió una nueva reunión el lunes.

Lahbib tendrá que pasar por el polvo en cualquier caso para conseguir que la mayoría lo respalde nuevamente. Y luego otra vez. Su dura crítica al exsecretario de Estado de Bruselas Pascal Smet (Vooruit) la semana pasada sin duda dejó heridas. Un Vivaldista da un duro veredicto: “Lo siento, pero los últimos días han quedado claros: ella no es capaz”. Un liberal de alto rango tranquiliza: “Es mejor que este caso se enfríe durante una semana”.

Verano

Una cosa es cierta: mientras el Irangate no quede fuera de la mesa -con un relanzamiento o destitución de Lahbib- el gobierno difícilmente podrá continuar con su ‘agenda de verano’. El primer ministro De Croo quiere tratar dos temas importantes antes del receso de finales de julio: la tan esperada reforma fiscal y el igualmente esperado acuerdo nuclear con Engie para mantener abiertas dos plantas de energía nuclear. La posibilidad de que estos archivos aterricen en esta configuración parece pequeña.

Sobre el ‘Sixteen’ se espera que se pueda pasar al orden del día. Según De Croo, todo el asunto “no impide que el Gobierno siga trabajando”. Quiere volver a reunirse este fin de semana sobre la reforma tributaria. Ya se habían programado reuniones sobre el expediente para los últimos días, pero intervino el Irangate. Durante un miércoles por la noche ‘central’, hubo un duro debate sobre Lahbib durante horas.

Actualmente parece que no se trata de una crisis gubernamental que resulte en un colapso del gobierno. Ningún partido está presionando por esto, al darse cuenta de que las elecciones anticipadas probablemente significarían un fuerte castigo electoral para casi todos y cada uno dentro de la mayoría. Al mismo tiempo, el Irangate no puede enconarse para siempre.



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