Todo cuerpo colectivo tiene un alma, pero la escuela parece haber perdido el alma. Hablamos de entornos, contratos, docencia, y mucho menos de los protagonistas: alumnos, profesores, familias, que han dejado de enfrentarse. Como argumenta el nuevo libro El alma de la escuela, para recuperarla hay que decir basta a la autorreferencialidad y poner la palabra en el centro


Lno le va bien en la escuela de italiano, sigue en medio de reformas inconclusas, en viejos edificios donde los niños aburridos no siguen las lecciones frontales como las que escuchaban sus padres. Pero el mal es más profundo, y eso es lo que reflejan El alma de la escuela. Las palabras (y preguntas) adecuadas para recuperar el alma perdida de la escuela (Ediciones de San Pablo) Rossella Barzotti, psicóloga, profesora de psicología del desarrollo en el instituto Ecclesia Mater de la Universidad Lateranense, y Roberto Cetera, periodista de laobservador romanoteólogo, ex profesor de religión.

Un libro diferente a cualquier otro tema escolar.. No es una protesta social, no propone métodos alternativos de enseñanza, no es tecnológico: apunta al corazón de la crisis que es precisamente, según los autores, la pérdida del alma. Pero la buena noticia es que se puede recuperar. Con una alianza que puede ser buena para todos.

«En nuestro libro, hacemos unaanálisis crítico de un sistema enfermo que ha perdido la vocación de forjar la identidad de los niños primero, y luego de los jóvenes» dice Rossella Barzotti. Si educar significa, como el director de laobservatorio romano Antonio Monda en la introducción, “mirando al individuo como un todo y en su capacidad de relacionarse con la sociedad”, y también, como añade Barzotti, “ayudando a construir identidad para formar ciudadanos conscientes y críticos, y sólo así transmitir contenidos”, uno no puede dejar de estar de acuerdo en que esta misión se ha perdido. La vocación es fundamental, escribe Monda, porque sin ella se está empleado por el saber.

La portada del libro El alma de la escuela de Rossella Barzotti y Roberto Cetera (San Paolo).

El problema es la fragilidad de los adultos.

El problema es que los tres componentes presentes en la escuela -docentes, alumnos y familias- ya no se hablan. Los maestros, y aquí el libro no hace concesiones, «han perdido la pasión, o mejor, la vocación», afirma el autor. «Hoy muchos realizan este trabajo como un repliegue, se sienten frustrados, han perdido autoridad. Se supone que deben encender una antorcha, pero no hay llama. Afirman estar estresados, de hecho en su totalidad. consumirsepero elLa verdad es que solo enseñan porque no han encontrado otra cosa.».

¿Y los padres? También aquí el análisis del psicoterapeuta es severo: «Se han convertido en los abogados de sus hijos, exigen buenas notas, justifican conductas inaceptables. Pero el verdadero problema es que tanto los padres como los maestros son como todos los adultos de hoy: muy frágiles. Los niños ven a los adultos como segundos adolescentes y compañeros de viaje, no como modelos a seguir. También porque los adultos hacen todo lo posible por mantenerse jóvenes y por eso, como educadores, han perdido atractivo”. ¿Y los estudiantes? “Tampoco están bien. Se habla mucho del malestar adolescente, sabemos que los departamentos de neuropsiquiatría infantil están llenos, muchos también son seguidos por un psicoterapeuta. La escuela no ayuda porque, en clase, los niños están durmiendo.».

Recuperar el alma de la escuela significa, pues, buscar una síntesis entre las diferentes almas que la componen, y esta síntesis sólo puede realizarse a través de la escucha recíproca. «Hay que volver a partir del valor de la palabra, y del saber escuchar a los demás. Solo así se puede crear la relación entre los tres protagonistas de la escuela», continúa Barzotti. “Una tarea que corresponde sobre todo a los adultos, que deben asumir sus responsabilidades”. Para llegar allí, necesitamos superar el individualismo y el narcisismo imperante, con la consiguiente autorreferencialidad, «salir de nuestro capullo, abrirnos a los demás. Colaborar, mirar a los individuos en su relación con la sociedad». En otras palabras, abrirse al mundo. Y compórtense como mujeres y hombres conscientes.

iO Mujer © REPRODUCCIÓN RESERVADA



ttn-es-13