En 6 meses, murieron 7. Una tasa de mortalidad, según el WWF, demasiado alta para ser atribuible enteramente a la dinámica natural. La sospecha es que existen serias responsabilidades. «El clima de impunidad ligado a la “cobertura política” que algunas fuerzas políticas garantizan a los cazadores furtivos, la falta de medidas coercitivas y la incertidumbre regulatoria están resultando en una situación completamente fuera de control». ¿Qué hacer? La organización ecologista ha propuesto una hoja de ruta