Son más de cien mil jóvenes de entre 15 y 16 años que viven en nuestro país en condiciones de grave privación material y no esperan mejorar su situación. Pero las más desanimadas son las niñas: independientemente del contexto en el que crecen, tienen expectativas más altas que sus pares sobre sus estudios, pero expectativas muy bajas sobre su futuro en el mundo laboral.