Si la Asamblea Constituyente negó a las mujeres el acceso a la competencia para convertirse en magistradas (el prejuicio era que eran demasiado apasionadas, poco dadas a la lógica, alegres, impulsivas y "tenaz"), los jueces han podido establecerse con el tiempo, pieza a pieza. Superación "falta de cultura" de la época, afirmando a veces su propia especificidad femenina y siempre defendiendo la ley. Una historia tan apasionante como una novela, tan apasionante como cualquier gran batalla feminista