Todo cuerpo colectivo tiene un alma, pero la escuela parece haber perdido el alma. Hablamos de entornos, contratos, docencia, y mucho menos de los protagonistas: alumnos, profesores, familias, que han dejado de enfrentarse. Como argumenta el nuevo libro El alma de la escuela, para recuperarla hay que decir basta a la autorreferencialidad y poner la palabra en el centro

De qué hablamos cuando hablamos de veganismo