El fabricante de chips estadounidense Arm cada vez más interesado en el mercado automotriz. Frente a Intel y MIPS, la empresa propiedad de SoftBank ha más que duplicado los ingresos de su negocio automotriz desde 2020.
Arm convierte a la industria automotriz en un objetivo prioritario
Dennis Laudick, director del negocio automotriz de Arm, dijo declarado que la tasa de crecimiento de este segmento (que debería alcanzar los 1.500 millones de euros en 2020) fue un gran apoyo. En realidad, el mercado automotriz no se trata solo de vehículos. Arm también quiere sus chips para sistemas de energía, electrificación o incluso sistemas avanzados de asistencia al conductor a bordo de los vehículos.
La conclusión es clara: los coches modernos requieren una gran cantidad de pulgas. La industria automotriz es también la única industria que todavía sufre escasez de semiconductores, debido a la gran demanda. Chipmaker Arm ha decidido hacer este mercado un objetivo prioritario para su crecimiento.
” Un coche de alta gama se acerca a uno de los software más complejos que puedes encontrar en el mundo actual “, según Dennis Laudick. Ingreso total del brazo aumentó un 35% en 2022 alcanzar los 3.000 millones de euros. El segmento automotriz es el que ha experimentado un mayor crecimiento dentro de la compañía. Los ingresos se han quintuplicado en los últimos cuatro años.
Arm todavía se enfrenta a una feroz competencia de rivales como Intel, MIPS y Synopsys, que también luchan por construir los chips más eficientes y de alto rendimiento, en un sector que se está transformando en una industria de vanguardia. Si Arm domina en gran medida el mercado mundial de información y entretenimiento en el automóvil, tendrá que avanzar en los sensores y el control del cuerpo.
La industria automotriz es un mercado muy prometedor para los fabricantes de chips. De hecho, los fabricantes de automóviles parece tener un apetito insaciable para semiconductores cada vez más avanzados. Es precisamente en este segmento en el que Arm centra toda su atención. Algunos vehículos de gama alta contienen más de 100 millones de líneas de código (mientras que un Boeing 747 solo contiene 14 millones).
Con la llegada masiva de vehículos autónomos (500 millones de unidades al final de la década), la demanda no está a punto de agotarse.