Pero sí, claro que también hay cosas que no lo son. Lo que le faltaba a Korteland en Meppel era ambición. “Cuando les preguntaba a los directores qué querían, la respuesta siempre era ‘no hay dinero’. Pero si les pregunto qué quieren, me dicen lo que quieren, ¿no?”. Y ese es también el caso de ese feo Bekinkbaan. “Pregunté si había alguna idea para esto. Escuché que no había dinero para ello. Después de preguntar varias veces, surgió la respuesta. Un deseo sería un túnel”.
Korteland es claro: “Eso no significa que quiera un túnel allí o que se vaya a construir allí. Pero uno expresa esa ambición y ve lo que allí es posible”.