Pop sofisticado que ha sobrevivido a todos los zeitgeists de los últimos 50 años.
Cualquiera que haya visto la película de Edgar Wright “The Sparks Brothers” los conoce todos: los 25 discos de los hermanos Mael, tan tontos como extravagantes, y sus antecedentes. Con THE GIRL IS CRYING IN HER LATTE, disco nº 26 y por tanto no objeto de la película, los dos mayores de 70 años no nos presentan un trabajo tardío con versiones café de sus éxitos, sino un ridículo y una colección de canciones sin concepto que consta de todas las fases de Sparks de los últimos 50 años. Primero está el sencillo homónimo “The Girl is Crying In Her Latte”, en el clip Cate Blanchett baila con un traje amarillo canario de Stella McCartney. Una canción simple y conmovedora de four-to-the-floor entretejida con los sonidos de un Atari moribundo.
El siguiente “Veronica Lake” es completamente diferente: un asunto complejo, equipado con una electrónica mínima impresionante, que le da a Russell Mael, de 74 años, mucho espacio para sus acrobacias vocales de vodevil. Y para aquellos que ahora piensan que Sparks se centró en la electrónica de campo izquierdo, aprovechan el glam rock de sus primeros días en la canción n.º 3, “Nothing Is Good As They Say”. Y así sigue, a veces música de cámara, a veces grandilocuencia, sobre todo con el chiste cantado que ya lleva el título. De todos modos, Russell Mael podría comenzar su falsete con una cortadora de césped en marcha, seguiría siendo Sparks. Que esta banda exista por otros 50 años.
Autor: Michael Prenner