El cantautor rara vez sale del vago estado crepuscular del canto-poeta.
Maxim no parece tener mucho tiempo aquí y ahora. “No hay nada peor que estar en casa”, canta, y en otros lugares: “Todo irá bien cuando estemos allí, pero nunca estaremos allí”. En “Window, Top Left”, su compañera de dueto Lina Maly incluso lo sube a un globo aerostático y le desea “un viento favorable”. La pasión por viajar, el deseo de alejarse, el no querer existir son el hilo conductor que recorre NACHTIALL, lo cual es bastante divertido porque el negocio principal de Maximilian Richarz es en realidad la interioridad.
Esto también se expresa en el nuevo álbum del nativo de Bonn – como en la mayoría de los otros, ya viejos, Junge Milden, peor aún con Mark Forster – en un discurso entre dientes, pero Maxim puede ser acreditado: sus letras no son sólo tonterías emocionales, pero en realidad es poesía bastante buena. Claro, también le falta un poco de distancia irónica de sus propias emociones, pero los momentos de vergüenza son mucho más raros que con la competencia.
Musicalmente, sin embargo, NACHTIALL se sienta tan pleno y satisfecho en la corriente principal de los poetas cantores, con buenas guitarras y cuerdas esperadas, que incluso un estallido bastante convencional pero al menos cautelosamente chirriante como “Lo recuerdo todo” puede sacarte de tu estado de penumbra.
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