Laura Veirs sin Tucker Martine: difícil de imaginar. La cantante y compositora estadounidense lleva grabando discos bajo la égida del productor estrella independiente desde el año 2000, prácticamente toda su carrera. No mucho después, los dos eran una pareja con dos hijos. Martine desarrolló su propio universo paralelo a su esposa, produciendo The Decemberists, Sufjan Stevens, My Morning Jacket, entre otros. Pero encontró sus sonidos más hermosos para su esposa: los álbumes de Veirs inicialmente tenían un sonido nítido (“Year Of Meteors”, 2005), luego prevaleció el sonido estadounidense oscuro y trascendente. En su último trabajo juntos, “My Echo” (2020), Veirs cantó con reproducciones desgastadas del dolor climático, la finitud de las cosas y probablemente una última vez de su esposo, el gran hombre cuyas manos enseñan a bailar a las cajas.
Uno comprende rápidamente que el núcleo de esta música siempre ha sido la artista misma.
Ahora la pareja va por caminos separados. “Found Light” pretende principalmente responder a la pregunta de si Laura Veirs realmente puede hacer eso: grabar un disco. Ella canta y toca al mismo tiempo durante gran parte de las canciones, lo que permite incertidumbres y, a veces, el control técnico de la producción. Las pistas de acompañamiento son más escasas, y de vez en cuando se puede escuchar lo desnudo que debe haberse sentido Veirs en estas grabaciones. Todo el álbum no quiere ocultar el hecho de que, paso a paso, algo nuevo debe o puede crearse.
El sonido libresco, la guitarra española, las melodías folk-pop sin pretensiones: rápidamente te das cuenta de que el núcleo de esta música siempre ha sido la artista misma. Por ejemplo con el temperado latinoamericano “Canción de Otoño”. O en “Ring Song”, en la que la divorciada vende su anillo de bodas al prestamista. “Quizás me escuches en la radio/ Quizás te vea en un sueño.” O en el dormitorio grabando “T & O”, en el que la madre asegura a los hijos su amor. Al parecer, surgió en el momento en que se rompió el matrimonio. Un instrumental maravillosamente trascendente se llama “Komorebi”: Komorebi es un término japonés para los rayos de sol filtrados a través de los árboles. Un corazón se rompe, un corazón encuentra nueva luz.
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Algo seductor entre la pista de baile, la volubilidad y los cereales.
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