El uso de esta controvertida herramienta es un nuevo intento de detener la serie de violencia después de un secuestro fallido: el cacheo preventivo, especialmente en barrios tranquilos y ricos en niños donde no se realizan cacheos. «Este no es el trabajo más sexy, pero tengan paciencia», dice Martin van der Marel a sus agentes de policía, que vigilan de cerca cada movimiento hasta altas horas de la noche. «Queremos que regrese la paz».
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