Poeta, escritor, o como él mismo lo sentía: músico de jazz


Remco Campert toca el piano con WF Hermans en De Kring, Amsterdam 1963.Escultura Wim van der Linden/MAI

Remco Campert fue un músico de jazz. Él mismo concluyó esto en 1985 en un tributo a sus héroes musicales Dizzy Gillespie, Charlie Parker y Chet Baker. ¿Te sientes más poeta o prosista?, le preguntaban a veces sus admiradores. —Responderé entonces —confesó Campert. ‘Poeta, prosa, ambos, que es mi sombrero. La respuesta a la pregunta que nunca me hago zumba en algún lugar de mi cuerpo con gran certeza: soy músico de jazz.’

Campert no fue el único poeta de su generación para quien el jazz era importante. Amigos y colegas como Simon Vinkenoog y Hugo Claus también escribieron poesía de jazz, pero lo hicieron principalmente en sus primeros años. Como Gerrit Kouwenaar, que escribió un poema en 1949 sobre la cantante Bessie Smith y ‘la bomba de su voz’. E incluso Lucebert, un fanático del jazz de toda la vida, mencionó a Thelonious Monk y Lester Young solo en sus primeros versos.

‘Hizo mi juventud/mi mejor temporada, mi mes de abril’, escribe Campert, de 25 años, sobre la muerte del saxofonista alto Charlie Parker en 1955; un memoriam que representa la embriaguez febril de la música de Parker: ‘coche negro, acelerando, pasando niños y mujeres gritando/olor a basura, flores, plátanos/luz de los techos llevada por pasillos angostos a los espejos/ojos destrozados, joyas baratas y zapatos relucientes ,/ pero ya pasó el auto/ a la vuelta de la esquina/ se perdió de vista.’

El escritor siempre se ha mantenido fiel a su amor de infancia. El 19 de mayo de 1988 dedicó su columna Volkskrant a la muerte de Chet Baker, el frágil cantante y trompetista sobre el que escribió treinta años antes: ‘En su boca el amor canta vacilante’ y ‘su voz es una lluvia suave/ como la los piececitos de una chica extraña/sobre la alfombra mullida’.

En un intercambio de cartas con el escritor Bernlef y el compositor Theo Loevendie (CC una correspondencia† El editor Bas Lubberhuizen) Campert recordó veinte años después cómo ayudó a Bert Schierbeek y Lucebert a tocar el jazz: ‘Estaban más interesados ​​​​en Brecht y Bach. Pero Lucebert más tarde se convirtió en un gran amante del jazz, y eso es gracias a mí, lo digo con un orgullo no disimulado. No mucho más viene a través de mí. Nunca toqué la trompeta, la poesía me parecía más fácil.’

La música también llevó a Campert fuera de su sala de escritura. Actuó en escenarios musicales – inolvidable en noviembre de 2013 en un Bimhuis repleto – y realizó grabaciones en vivo con el contrabajista Maarten Altena (Música de la ciudad1991), la guitarrista Corrie van Binsbergen (como en un sueño2003) y el saxofonista alto Benjamin Herman (El tiempo es largo para una persona2007).

No en balde el poeta ya había afirmado en 1960: ‘La extraña emoción/ que es la poesía/ ya no desconfío/ que me enseñaron/ los músicos de jazz’.



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