“Este deporte me ha dado un estilo de vida y no veo uno mejor”, afirma el sudamericano, oro en Tokio y cuarto en París. La suya es una historia que abarca generaciones
Quiere difundir el amor. En patín. Paz y amor, versión urbana. Pedro Barros es así, un profeta. «El skate me dio mi estilo de vida y no veo un estilo de vida mejor, porque hace que incluso las cosas más simples sean preciosas». En el duodécimo día de los Juegos de París la medalla de madera (que no existe, es una ilusión) pertenece a esta patinadora brasileña. En Tokio ganó la plata. Esta vez terminó cuarto en la prueba más joven de los Juegos Olímpicos. Los niños no gastan centavos en trajes tecnológicos o aeroespaciales, usan tenis ligeramente gastados, jeans cómodos, a menudo rotos, y mantienen sus airpods en sus oídos. ellos hacen lo suyo truco, y a quién le importa todo lo demás. Se abrazan después de correr, oye hermano, estuviste genial y todos celebramos juntos. Porque las medallas son bonitas, pero un rebaño sano es aún mejor. A sus 29 años, Barros parece un poco fuera de lugar. Hay adolescentes en carrera, él ya es un veterano. Pero el patinaje es así, une generaciones. Y te limpia por dentro. “Sé que el skate trae alegría a la vida de muchas personas, por eso quiero poder ayudar a aquellos que no tienen alegría en sus vidas. El skate no es sólo un deporte, es un estilo de vida, lo cual es aún mejor porque es mucho más que un deporte. Los deportes ya sacan a un alma joven de la mierda, así que imagina un estilo de vida”.