REducar a los niños sobre el amor es El imperativo categórico que surgió tras el asesinato de Giulia Cecchettin. de su (¿ex?) novio. ¿Pero reeducar para qué?
El Ministro de Educación, Giuseppe Valditara, no lo pensó dos veces e introdujo por decreto 30 horas de clases extraescolares. Pero antes de decidir dónde y cómo, debemos saber qué enseñar..
Actualizando el foro Suplemento individual sobre el corriere.it y hablando con los lectores de esta columna, me di cuenta de que, Para empezar, lo que les falta a algunos niños es la noción básica de amor.: el simple hecho de que es una relación igualitaria, en la que cada uno dispone libremente de sí y donde nada importa excepto lo que cada uno siente.
Los niños que me escriben ya no son niños, son hombres hechos y acabados que reflexionan sobre las raíces de su soledad actual. Aunque ha pasado el tiempo, todavía no han superado el rechazo y, en lugar de atribuirlo a una dinámica amorosa normal, en la que un sentimiento puede estar presente o no, y no hay culpables, criminalizan a las mujeres que los rechazaron.
«Hay quienes, fuertes en el predominio de la belleza, sin plantearse muchos problemas, la utilizan incluso pisoteando a los demás», me escribe uno. El elemento competitivo en los hombres repercute en las relaciones: «Chicos simpáticos, sin altivez ni prepotencia, educados (yo entre ellos) descartados casi sin pestañear en favor de “brutos”, de aldeanos…» otro se enoja.
Y luego están los que, en cambio, reelaboran: «A menudo – me escribe A., hay algo aún más grave que empuja a un hombre a llegar tan lejos. Hay un vacío, una ausencia de perspectivas que una mujer a su lado logra enmascarar, pero que resurge cuando lo deja. Como si estuviera durmiendo desnudo bajo una manta y de repente la manta se fuera volando.” Fuera de la metáfora, A. revela la angustia de sus compañeros que tienen dificultades para reescribir su papel.
Paradójicamente, en una sociedad que ha seguido siendo patriarcal, Para las mujeres, crecer sigue significando liberarse, ser autónomas. Para los niños, convertirse en hombres sigue siendo un camino sin dirección. Y si no sabes quién eres, ¿cómo vas a amar?
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