En Bruselas el mundo está patas arriba: el “crimen organizado” se enfrenta al “gobierno no organizado”. Una ciudad donde se tropieza con los poderes fragmentados de los submunicipios, las zonas policiales y los servicios federales ahora tiene que luchar contra los sindicatos del crimen de Marsella y Albania que no se preocupan por las fronteras, tienen recursos casi inagotables y utilizan una violencia brutal. “Esta liquidación es sólo un anticipo”, teme el editor jefe adjunto, Dimitri Antonissen.
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