Milan Kats, de 16 años, de Fluitenberg, ha iniciado hoy un curso de formación de dos años para convertirse en molinero. La primera lección tuvo lugar en la fábrica De Heidebloem en Erica.
La primera tarea que tuvo el instructor Jannes Tigelaar en Milán fue determinar la dirección del viento. “No tenemos que llegar a la cresta. El molino está justo a barlovento”, dice Milan. Tigelaar asiente con la cabeza.
Ha estado activo como voluntario en las fábricas de Erica y Dalen durante algún tiempo. “Cuando en 2019 se restauró un molino cercano, surgió la idea de hacer algo con él”.
Pero, dada la Ley de Condiciones de Trabajo, hasta ahora no se le permitía realizar tareas de forma independiente. Ahora que ha cumplido 16 años, esto está permitido. La formación dura un total de 150 horas. “También tengo que trabajar treinta horas en otros molinos además de este molino harinero. Por ejemplo, en un molino de aceite y en un aserradero”.
Desde muy joven, Milán ha sentido fascinación por todo lo que gira. “Es tan hermoso ver esos engranajes girar. Un molino como ese es muy antiguo, ¿no? Ninguna máquina puede competir con eso”.
En realidad, convertirse en molinero profesional no es una opción para Milán, porque se trata principalmente de trabajo voluntario. “Quiero dedicarme más tarde a la construcción de molinos, eso es posible como trabajo remunerado.” Su futuro está en las fábricas, eso es seguro.