Medjugorje, el Vaticano da luz verde a la «devoción» pero guarda silencio sobre la dimensión «sobrenatural»


La Iglesia da luz verde a la devoción y experiencia espiritual que comenzó en Medjugorje – ciudad de Bosnia y Herzegovina – en junio de 1981, cuando seis niños dijeron haber visto a la Virgen. Pero no comenta sobre la «sobrenaturalidad»: este pasaje fue posible gracias a las nuevas normas canónicas lanzadas por el Papa hace meses. La decisión, que llega después de muchos años de profundos estudios, investigaciones y comisiones, como la presidida por el cardenal Camillo Ruini, está contenida en la Nota «La Reina de la Paz», sobre la experiencia espiritual vinculada a Medjugorje, firmada por el Cardenal Víctor Manuel Fernández, y por Mons. Armando Matteo, respectivamente prefecto y secretario de la sección doctrinal del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

“Se produjeron muchos frutos positivos”

Un texto aprobado por el Papa Francisco el 28 de agosto, que reconoce la bondad de los frutos espirituales vinculados a la experiencia de Medjugorje, autorizando a los fieles a adherirse a ella – como lo establecen las nuevas Normas para discernir estos fenómenos – ya que «se han producido muchos frutos positivos y no se han extendido efectos negativos o riesgosos entre el pueblo de Dios.» En general, la opinión sobre los mensajes también fue positiva, a pesar de algunas aclaraciones sobre algunas expresiones. Se subraya también que «las conclusiones de esta Nota no implican un juicio sobre la vida moral de los supuestos videntes», que fueron y son seis, y que en cualquier caso los dones espirituales «no requieren necesariamente la perfección moral de los personas involucradas para poder actuar ».

Tornielli: para el Papa, la piedad popular debe ser acompañada, no sofocada

Andrea Tornielli, director editorial de la Santa Sede, comenta en un editorial que acompaña a la publicación de la Nota: «La luz verde oficial a la devoción fue posible gracias a los abundantes frutos positivos observados en esta parroquia visitada por millones de personas en todo el mundo: peregrinaciones, conversiones, retorno a los sacramentos, matrimonios en crisis que se reconstruyen. Son estos elementos los que el Papa Francisco siempre ha mirado, desde que fue obispo en Argentina: la piedad popular que mueve a tantas personas hacia los santuarios debe ser acompañada, corregida cuando sea necesario, pero no sofocada. Al juzgar supuestos fenómenos sobrenaturales, siempre se debe prestar atención a los frutos espirituales». A esta perspectiva corresponde la decisión del Papa de haber separado, gracias a las nuevas normas publicadas el pasado mes de mayo, «el juicio de la Iglesia de la declaración más exigente de sobrenaturalidad». Estos últimos pueden existir aún, pero ya no hay que esperar a que autoricen los cultos, las devociones y las peregrinaciones, si no hay engaños ni intereses ocultos, si los mensajes son ortodoxos y sobre todo hay muchas experiencias positivas».

La Nota no implica ningún juicio sobre los «ex» niños visionarios

Así llega el pronunciamiento sobre una de las apariciones marianas más conocidas y controvertidas del último siglo. Una decisión que no sorprende y que «por tanto reconoce la bondad de los frutos, presenta una opinión globalmente positiva de los numerosos mensajes relacionados con Medjugorje que se han difundido a lo largo de los años, corrigiendo algunos textos problemáticos y algunas interpretaciones que pueden tener sido afectado por la «influencia subjetiva de los videntes», escribe nuevamente Tornielli. Respecto a los ex niños involucrados en el fenómeno, que a lo largo de los años han sido objeto de polémicas e incluso acusaciones, el documento aclara desde las primeras líneas que la autorización no implica un juicio sobre su vida moral y que en todo caso los dones espirituales » no requieren necesariamente la perfección moral de las personas involucradas para poder actuar». Al mismo tiempo, el hecho mismo de que se haya concedido la autorización significa que no se han detectado mentiras, falsificaciones o mitomanías, añade el director editorial de la Santa Sede.



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