Diez ucranianos adultos están sentados frente a mí en la estrecha sala del Consejo para los Refugiados. Han estado trabajando conmigo en su holandés cada semana durante tres meses. Entra Ilyana, una recién llegada. Gotas de sudor en la frente y manchas rojas en el cuello. Se hace pequeña cuando se sienta. Los participantes se turnan para completar esta frase: Me gusta beber… Bromean: un kilo de azúcar y una gota de té negro. También se habla de mucho alcohol. Luego es el turno de Ilyana: “Me gusta tomar café con leche”. El grupo se echa a reír. Ilyana comienza a llorar.
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