Leao gigante en San Siro: "La gente habla, pero las críticas me empujan."

El portugués se vengó de su tacón fallido ante el Newcastle con un cabezazo. Para él también una celebración polémica: “Me demuestro con hechos”

marco pasoto

Donde el talón no pudo, la patada por encima de la cabeza tuvo éxito. Rafael Leao tenía en la cabeza que una de sus actuaciones en la Liga de Campeones debía adornarse con algo que dejara un legado a los momentos más destacados de la temporada UEFA. Ahora lo ha hecho.

crecimiento

Un mes y medio después de aquel torpe intento de tacón que había pesado sobre su conciencia y su estado de ánimo ante el Newcastle, por fin sacó la magia buena del sombrero: una mirada atenta para observar la parábola del balón que se eleva hacia el brazo de Donnarumma, un un par de pasos atrás para coger tiempo a los defensores y tomar la trayectoria correcta, y andar en bicicleta en el aire golpeando con seguridad con el pie derecho en el borde del área de seis yardas. Y luego una celebración furiosa, con el dedo en la boca para silenciar todo y a todos. Críticas que se le habían acumulado como escoria en el alma y eran cada vez más feroces aunque, súper Rafa, hay que entender que de un potencial campeón del mundo, con el salario más alto de la plantilla y con el número 10 sobre los hombros, Es legítimo esperar más de lo que se había hecho en las últimas semanas.

diferencia

El punto es exactamente este. De alguien como Leao es razonable esperar un partido como este. Un partido de lujo en el que brilló la estrella del equipo. Un reto que Rafa encauza en cierta línea, porque eso es lo que se le pide a un campeón: marcar la diferencia en los partidos que cuentan. Un gol que llevaba mes y medio faltando -era 23 de septiembre- y que había secado su cuenta goleadora, dejándole estancado en tres. Incluso la Liga de Campeones se había convertido en territorio difícil: el último gol hace un año, el 25 de octubre de 2022 en Zagreb. No es que solo hubiera un gol en su velada. Rafa derrapó, regateó, protegió a sus compañeros, no paró nunca. Y esta vez es fácil dejarse seducir por la postal que lo veía ganador junto a Mbappé. El desafío dentro del desafío, que en París había ganado sin dudas Kylian. Una postal que quizás brilla más a los ojos del observador externo, porque el portugués piensa así al final del partido: “Mbappè es un ídolo, me gusta mucho, intento ser Rafa”.

ferocidad

Palabras maduras de un chico de 24 años que aspira a los honores de líder y jugador de talla mundial. Son veladas que van en esa dirección y las otras palabras tras el partido también reflejan reflexiones maduras: “Hoy el premio es de todo el equipo. Les mostramos a todos quiénes somos, en nuestra casa, no tengo palabras. Estoy feliz, hicimos un trabajo increíble. Estoy muy feliz. ¿Ojos brillantes? Es el partido que podía cambiarlo todo, la victoria era lo más importante y lo conseguimos. Ahora miremos hacia adelante. Este éxito nos ha dado confianza. ¿Exultación? Me empujan las críticas, tú sigues hablando y yo hablo en el campo. Yo hago mi trabajo, lo que hicimos hoy lo hicimos juntos. Creemos en la calificación”. Aquí está, el pequeño guijarro (bueno, no tan ‘ine’), que lo llevó no sólo a una exaltación polémica, sino incluso airada. Mala cara, cero sonrisas, de esas a las que siempre nos tiene acostumbrados. Así que la moraleja de la historia es básicamente una sola: si para convertirte en un campeón y crecer realmente necesitas volverte más feroz y menos sonriente, eso también está bien. De hecho, tal vez sea mejor.





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