Oficialmente no existen. Pero una investigación realizada por un canal de noticias ruso independiente muestra que Wladimir Putin tiene cámaras de tortura en varios lugares donde los soldados rusos de primera línea que se niegan a seguir luchando en la picadora de carne son brutalmente abusados. Y los jefes de esos centros de tortura también ganan millones de rublos a costa de esos soldados reclutados.
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