Hay un triángulo de Piamonte, entre Biella, Novara y Vercelli, a poco más de una hora de Milán y Turín, que de la tierra del agua entre arrozales y canales se ha convertido en la tierra donde siempre brilla el sol. Incluso demasiado. Dieciocho meses de sequía han dejado su huella y no sólo en los registros negativos de caudales de grandes ríos y pequeños canales, que se actualizan continuamente. El agua aquí era el rasgo distintivo de un territorio.
Desde los arrozales hasta el maíz (que ha reemplazado al trigo a lo largo de los siglos), aquí todo se basa en el agua. Tanto es así que una serie de canales, naturales o artificiales, se entrecruzan y persiguen, los cuales han rediseñado el territorio desde el 1500, hasta las vanguardistas obras hidráulicas de mediados del 1800. Se destacan como custodios de lugares y excelencias. Hasta ahora. Cuando después de 150 años corren el riesgo de ser borrados por la lluvia que no cae. Un viaje siguiendo los cursos de agua, el ingenio de los siglos y la sequía que nos obliga a repensarnos, a mantener viva una obra centenaria que ha hecho vivir una tierra en nombre del agua.
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