La soledad verdadera y no deseada existe. Las redes sociales, si se usan con cautela, brindan cierto consuelo, pero ciertamente no son la solución


Antonella Baccaro (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

«S ty fueras por un día en la vida de alguien que está realmente solo, sin tener a quien llamar en un momento de dificultad, tal vez también sentirías algún dolor en el estómago por la soledad. La soledad verdadera y no deseada existe. Me cuesta entender quién sugiere las redes sociales como una forma posible de sentirse menos solo».

Este es solo uno de los más de 20.000 mensajes que he recibido en tres años. foro de la Corriere della Sera dedicado a solteros. Hablo de los últimos tres años porque corresponden al período de la pandemia, pero la columna existe desde 2011. No todas las publicaciones son sobre la soledad, pero todas nacen del deseo de sentirse menos solo..

Por tanto, puedo decir que sé lo que una sola persona piensa, lo que quiere, lo que no quiere oír, lo que la empuja más allá de los límites del sentido común, la prudencia y, a veces, el decoro y finalmente la desesperación. A veces también hablo de eso aquí, porque la mayoría de las mujeres escriben, pero las publicaciones más dramáticas son masculinas.

Las mujeres parecen guardar una esperanza por un lado, cierto pragmatismo por el otro que las mantiene ancladas a la realidad. A menudo, mientras permanecen solos, encuentran apoyo en la oración, en la pasión, en el amor propio.

Los hombres son más amargados, resentidos, rendidos. El post publicado arriba es de un hombre. Hacia el final vuelve a traer la duda de que las redes sociales puedan ser un consuelo contra la soledad. Me pareció paradójico que tal pensamiento se confiara a un foro: un mensaje en una botella. Le respondí que nuestra red social ha servido para este propósito a lo largo de los años, y que tal vez podría funcionar para él también.

Pero luego me vino a la mente la historia del chico que se suicidó al descubrir que había estado chateando durante un año no con una chica que decía amarlo, sino con un hombre de 64 años. Quien a su vez ahora se ha suicidado.

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Y aunque toda nuestra lástima fue con razón al muchacho engañado, creo que fueron dos soledades que se entrelazarona lo que la web brindó un ilusorio alivio antes de sumergir a ambos en la tragedia.

Prueba de que las redes sociales son solo un medio. El resto, la vida (y la muerte), depende de nosotros.

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