Más y más abajo. El caso Stellantis es sólo el fenómeno más visible de un proceso más amplio: que corre el riesgo de tomar la forma de un declive estructural de la industria en Italia (y Europa). Aquí, la participación de la industria en el PIB continúa disminuyendo. En un declive silencioso pero constante que está cambiando las características de la economía nacional; y lo está haciendo cada vez más dependiente de los servicios, con todas las consecuencias (aún por medir) sobre la calidad del empleo, los salarios, la innovación y la productividad. Es decir, en la práctica, sobre todos los factores que deciden el desarrollo.
Las cuentas trimestrales publicadas el lunes por el Istat con las estimaciones definitivas sobre la dinámica de julio, agosto y septiembre marcan sólo la última (hasta ahora) etapa de un largo viaje. Este verano, la industria en sentido estricto, es decir, el sector secundario con exclusión de la construcción, generó un valor añadido de 78.639 millones (en valores encadenados con respecto al año de referencia 2020).
La cifra se sitúa un 0,9% por debajo de los niveles de los tres meses anteriores, mientras que en comparación con el mismo período del año pasado el descenso es del 1,7 por ciento. Pero además de la tendencia clásica y las comparaciones estructurales, las tendencias a largo plazo muestran claramente la caída de la producción manufacturera italiana. Porque para la industria, en resumen brutal, el Covid no ha terminado. Y el regreso a los niveles previos a la pandemia que el país logró el año pasado sigue siendo un objetivo ambicioso.
El dato trimestral está de hecho un 2,9% por debajo del registrado en el mismo periodo de 2019, y el diferencial es similar (-2,23%) si miramos todo el periodo desde enero hasta finales de septiembre. En la práctica, sólo la agricultura obtuvo peores resultados que la industria (-3,9% respecto a 2019), cuya crisis de larga duración está rodeada de un silencio sustancial que puede explicarse por el peso ahora marginal de la economía primaria sobre el PIB total italiano.
Para la industria, sin embargo, es diferente. O mejor dicho, debería serlo. Porque las industrias manufactureras y afines también ven reducirse mes a mes su peso en el total de la economía nacional, hoy en el 18,2% frente al 19,9% de hace cuatro años. Pero su papel sigue siendo central, especialmente si todavía queremos seguir vinculados al grupo líder de países desarrollados.