En una democracia como Israel, la lucha por la opinión pública no debe interponerse en el camino de la búsqueda de la verdad.
La muerte de Shireen Abu Akleh, uno de los rostros periodísticos más famosos del mundo árabe, no solo es una tragedia para su familia y amigos, sino también un golpe para la libertad de prensa en Israel y los territorios ocupados.
Casi inmediatamente después de su muerte, se produjo una flagrante batalla por la opinión pública: la Autoridad Palestina (AP) afirmó que Israel mató deliberadamente a la periodista, mientras que el primer ministro israelí, Bennett, dijo que los “palestinos armados” probablemente eran los responsables. Como prueba, el ejército israelí proporcionó un video, que pronto fue publicado por la organización de derechos humanos B’Tselem. fue desacreditado como una tontería† La posición de Israel ahora es que la bala fatal puede haber sido disparada “accidentalmente” por los militares. La Autoridad Palestina sostiene que Israel es el culpable.
Es censurable que las partes señalen a un culpable antes de que se haya llevado a cabo una investigación exhaustiva (¡e independiente!) sobre la situación. Las tensiones en la zona ya son muy grandes, y depende de todos los responsables calmar las cosas, no avivar el fuego.
En este sentido, la policía israelí también cometió un grave error en el funeral de Abu Akleh cuando se abalanzó sobre los portadores de su ataúd, los golpeó con garrotes y el ataúd casi se cae al suelo. El cuerpo de Abu Akleh y las personas que la lloran merecen ser tratados con respeto. Depende de las autoridades calmar a la gente, incluso si hay alborotadores presentes, no calentarlos, especialmente en un funeral.
Otra preocupación es que ya se desconfía seriamente del ejército y la policía israelíes en lo que respecta a la seguridad de los periodistas palestinos. Y por una buena razón: en los últimos años ha habido muchos incidentes violentos. En cada caso ha habido poca o ninguna voluntad de investigar estos asuntos, y nunca se han presentado cargos formales.
Por supuesto, el deber principal de Israel es garantizar la seguridad de sus ciudadanos, pero un país que dice ser una democracia también debe defender sus propios estándares y valores. En una democracia, los periodistas deben poder hacer su trabajo con seguridad, y la ‘batalla por la opinión pública’ no debe obstaculizar la búsqueda de la verdad.
La posición del periódico se expresa en el Volkskrant Commentaar. Se crea después de una discusión entre los comentaristas y el editor en jefe.