Los avances tecnológicos se suceden a un ritmo rápido. Lo que ayer era nuevo ahora se considera obsoleto: “En realidad, Excel ya está obsoleto”, dice la investigadora holandesa de tecnología textil Tessa Boumans sobre el programa de hoja de cálculo de la empresa estadounidense Microsoft. Con la recientemente introducida ‘Tecnología 4.0’, que también incluye inteligencia artificial (IA), es posible incluso predecir tendencias basándose en datos. “A menudo se considera que la tecnología es un progreso”. Pero esto es erróneo, dice la periodista de moda holandesa Nora Veerman.
Desde el medio ambiente hasta las cuestiones sociales, poco se habla del lado oscuro de la tecnología. De Balie, la organización holandesa de programas periodísticos, quiso cambiar esto: con su evento ‘Fast Fashion-Tech Thinkers: ¿Cómo influye la tecnología en la moda?’ La semana pasada invitó a cinco expertos de la industria a hablar sobre la influencia de la tecnología en la moda. Se examinó especialmente la actual cultura del descarte en la industria de la moda.
“Estamos en Kalverstraat [Anm. d. Red.: eine Einkaufsstraße in Amsterdam] en las inmediaciones de Zara”, explica la presentadora de la velada, Rosalie Dielesen. La popularidad del gigante de la moda rápida Zara es innegable: los amantes de las últimas tendencias suelen elegir la cadena que pertenece al grupo de ropa español Inditex.
Acelerar la tecnología y la cultura del descarte
Pero Zara ya no es la empresa de moda rápida más popular; el gigante chino del comercio electrónico Shein superó hace algún tiempo a la marca española. Su popularidad se debe a los bajos precios de los artículos de moda y a la rapidez con la que la marca responde a las últimas tendencias. “La marca utiliza IA para introducir nuevos estilos a la velocidad del rayo”, dice Veerman. “Todo esto es posible gracias a la tecnología”.
Boumans explica la sección ‘Shein Hauls’ de la plataforma internacional de vídeos TikTok. “Los consumidores presentan en sus vídeos las cantidades de ropa que han comprado en Shein”, afirma. “Después de una semana puedes tirar las prendas porque ya no están de moda”, añade Kiki Boreel, modelo holandesa y activista de la moda sostenible.
Boreel trabajó en la industria de la moda para grandes marcas hasta que no pudo más: “Vi toneladas de ropa que estaban acumulando polvo”. En lugar de sentirse glamorosa, se sintió más culpable. “Hice que la gente comprara cosas que no necesitaban”, dice. El modelo explica que se produce mucho más de lo que realmente se necesita: “El 30 por ciento de las piezas son sobreproducción”.
Cómo la tecnología aumenta la desigualdad
Victorine van der Ven es la propietaria de la joven marca de moda ‘on-demand’ The Launch, un concepto que confecciona ropa por encargo. Le resulta difícil competir con los gigantes de la moda rápida. “Produzco en los Países Bajos, por lo que mis precios son más altos que los de las marcas que producen en Asia”, explica al grupo. Dado que su ropa sólo se produce después de realizar el pedido, solo produce lo que los clientes realmente quieren. “Se necesitan tres semanas para que las piezas estén listas. En otras tiendas de moda que producen moda rápida, el pedido se realiza internamente al día siguiente”.
Empleados de tiendas, propietarios de marcas de moda conocidas, trabajadores de la confección, consumidores y personas que quieren iniciar una marca de moda: “todos en la industria se enfrentan a desafíos tecnológicos. Aumenta las desigualdades existentes”, explica Boumans. “No todo el mundo tiene acceso a lo que realmente logra la tecnología utilizada y quién se beneficia de ella”.
Cuando se trata de trabajadores textiles mal pagados en el “sur global”, Boumans dice que los niveles más altos del mundo financiero deberían asumir la responsabilidad de hacer un balance. Durante su investigación se encontró con varios problemas: por un lado, la industria de la moda no es abierta sobre cómo utiliza la tecnología. Por otro lado, descubrió que la codicia obstaculiza el cambio. Como ejemplo, Boumans cita al propietario de Inditex, Amancio Ortega, uno de los empresarios más ricos del mundo: “Compra bienes inmuebles en todo el mundo para evadir impuestos, mientras que sus trabajadores textiles ni siquiera reciben el salario mínimo”.
El científico cree que muchos problemas éticos en el ciclo de producción de la moda no son culpa de los sistemas, sino de las personas. “La tecnología no causó estos problemas y, por lo tanto, no los resolverá”, afirmó Boumans. “La gente tiene que hacerlo por sí misma”.
Más rápido, más barato, peor
Un rayo de esperanza es la nueva y exigente generación de diseñadores de moda, dice la profesora de moda Sonja Veldkamp. La holandesa lleva ejerciendo su trabajo desde 2004 y ha observado que sus alumnos cada vez se interesan más por las técnicas 3D para ver cómo se sienten los tejidos en el cuerpo antes de diseñar una prenda. Trabajar con materiales viejos. [Anm. d. Red.: Materialien, die nicht mehr verwendet werden] también goza de mayor popularidad. Esto no sólo es más sostenible, sino también más barato, afirma Veldkamp. ¿La solución a la acelerada cultura del descarte de la tecnología está en la generación joven de diseñadores de moda que crecieron con teléfonos celulares en sus manos?
Nadie en el panel parece tener una respuesta sencilla. El presentador da dos consejos importantes contra el rápido desarrollo de una cultura del descarte en la moda: una solución posible, aunque bastante radical, es usar uniforme, como lo prevé el espíritu de la marca holandesa Bonne Suits. Esto significa que las tendencias ya no se pueden retomar tan rápidamente, lo que podría significar el fin de nuestra cultura del descarte. La segunda opción sería confeccionar tu propia ropa. Así se conoce el oficio y se respeta. Cada vez hay más escuelas que ofrecen este tipo de lecciones. Otra solución que no cuesta nada es hacer preguntas.
El panel coincide en que las nuevas tecnologías deben seguir siendo examinadas críticamente. Boumans concluye que hay pocas soluciones en las que la tecnología desempeñe un papel. “La solución tiene que venir de la propia gente”, afirmó Boumans. “Por eso hay que hacer más preguntas en las ferias donde se presentan nuevas tecnologías”, aconseja Veerman, y Boumans subraya que “lo más importante es preguntar para qué se utiliza la tecnología”.
Este artículo apareció originalmente en FashionUnited.nl. Traducido y editado por Heide Halama.