Una República fundada esencialmente en la asistencia. Lo que pesa sobre las cuentas públicas, extraídas de los impuestos generales, por 144.215 millones, con un gasto que crece en unos 30.000 millones entre 2019, último año prepandemia, y 2021 y casi se duplica frente a los 73.000 millones registrados en 2008. También porque aproximadamente 7 millones de pensionistas también son elegibles para tratamientos de asistencia social y otros subsidios, o el 44% de todo el grupo. Fotografiarlo es el informe sobre el presupuesto del sistema de seguridad social italiano editado por el Centro de Estudios e Investigación “Itinerarios de Seguridad Social”, que fue presentado en vivo desde la sala de prensa de la Cámara de Diputados. El expediente que fotografía la situación a lo largo de 2021 muestra que el gasto de la seguridad social se confirma como sostenible, incluso si el uso continuo de los canales de salida anticipada debe frenarse de inmediato (cerca de 400,000 pensiones aún se desembolsan por el INPS durante más de 40 años), mientras aparece la asistencia. ser el verdadero talón de Aquiles de un sistema de bienestar cada vez más generoso y vulnerable. «Gastamos mucho, sobre todo en asistencia, y es quizás este gasto excesivo, combinado con controles ineficientes, lo que fomenta el trabajo no declarado y el trabajo no declarado, generando la peor tasa de empleo de Europa», afirma el presidente del centro de estudios e investigaciones. “Itinerarios de la seguridad social” Alberto Brambilla. Lo cual relanza el tema de la separación de la seguridad social de la asistencia, uno de los capítulos centrales de la discusión entre el gobierno y los interlocutores sociales sobre la nueva reforma de las pensiones, y señala un posible camino a seguir.
La receta de Brambilla para aligerar la carga de la asistencia
Según Brambilla, en primer lugar es necesario “actuar sobre políticas activas serias y herramientas para atender la oferta y la demanda de trabajo, abandonando el camino de descontribuciones que no dan resultados”. Habría que entonces “fomentar las rentas y reducir los costes laborales, fomentando el bienestar empresarial, interviniendo el artículo 51 de la Ley del Impuesto sobre Sociedades Refundido sobre el modelo ya trazado por los 600 euros del Gobierno de Draghi (y luego elevado a 3 mil euros por el Aid decreto quater por decisión del actual gobierno) o acudir al crédito fiscal, que premia a los trabajadores y empresas dinámicas y no a las actividades de mera subsistencia y asistidas”.
«Previsión de jubilación separada de la asistencia»
Brambilla señala que, en primer lugar, “hay un problema de comunicación adecuada con las instituciones europeas” dado que “de los datos que proporciona Istat a Eurostat parecería que Italia tiene un gasto muy elevado en comparación con la media europea, generando el error creencia de que el sistema necesita ser reformado. En realidad, como lo demuestra la reclasificación realizada por nuestro documento, el verdadero problema es la elección de los gobiernos italianos de asignar medidas para apoyar a las familias o destinadas a combatir la exclusión social, a todos los efectos, gastos de bienestar, en el capítulo de pensiones”. El presidente del centro de estudios e investigaciones “Itinerarios de la seguridad social” se detiene en un aspecto preciso: mientras en los últimos años las prestaciones de la seguridad social se han reducido por reformas que han conseguido el objetivo de estabilizar el gasto, “las prestaciones asistenciales siguen aumentando también para los ‘ineficiencia de la máquina organizativa, durante mucho tiempo carente de una base de datos de asistencia y un registro centralizado de trabajadores activos, lanzado recientemente por el gobierno de Draghi, aunque previsto por las normas de 2004 y 2015. Sin embargo, el seguimiento efectivo entre los diversos proveedores cuerpos sería esencial para ayudar sólo a aquellos que realmente los necesitan con servicios y herramientas adecuados”.
En 2021, el bienestar costó 517,7 mil millones
El informe de “Itinerarios de seguridad social” muestra que en 2021 el sistema de protección social italiano costó 517.753 millones para seguridad social, salud y asistencia (sobre la edad del gasto público total), con un aumento de 8.250 millones (+1,62 %) en comparación con 2020. El expediente expresa que en general, si para el Inps y el Inail todavía podemos hablar de un sistema previsional y de seguros equilibrado, capaz de autosostenerse con los aportes de los trabajadores y las empresas, no se puede decir lo mismo -así como para el bienestar gastos- también para la asistencia sanitaria (alrededor de 127 000 millones) y para el bienestar de las autoridades locales (algo más de 11 000 millones) que, a falta de contribuciones específicas, de hecho deben financiarse a través de los impuestos generales.
El desempeño del sistema de pensiones.
El gasto en pensiones de carácter previsional que incluye las prestaciones del IVS (invalidez, vejez y sobrevivencia) fue de 238.271 millones en 2021 frente a 234.736 millones en 2020, con un crecimiento del 1,5% (es decir, 0,4 puntos porcentuales menos que la inflación). El dossier destaca que, en concreto, tras el desplome atribuible a la emergencia sanitaria y las medidas de confinamiento, los ingresos por cotizaciones crecieron un 6,58% (208.264 millones), valor ligeramente inferior al registrado en 2019. El saldo (negativo) entre ingresos y gastos , equivalente a aproximadamente 30.006 millones: el déficit, que se redujo en casi 9.000 millones frente a los 39,3 de 2020, está afectado principalmente por el déficit en la gestión de los empleados públicos (pasivos de más de 37.000 millones, había 33 antes del Covid). En comparación con el año de la pandemia, el peso del gasto sobre el PIB disminuyó del 14,20 % al 13,42 %. Neto de las cargas sociales por aumentos de la seguridad social, integraciones mínimas y Gias de los empleados públicos (23.257 millones en total), la incidencia del gasto social sobre el PIB desciende hasta el 12,11%, una cifra -se lee en el informe- más que en la línea de Eurostat promedio.