Para el gasto social, Italia representa un país desequilibrado en el contexto europeo: se gasta poco en inversiones sociales (en capital humano, en servicios de cuidado, conciliación, políticas laborales activas) y hay una preferencia por transferencias monetarias pasivas (principalmente vejez y pensiones de sobrevivientes) con un bajo nivel de condicionalidad de acceso. El gasto en servicios y medidas de activación para desempleados representa tan solo el 0,2% del PIB, situando a nuestro país en los últimos puestos, frente a un valor medio europeo del 0,6%,
Es lo que destaca el INAP (Instituto Nacional de Análisis de Políticas Públicas), que presentó los resultados de dos informes de investigación, resultado, respectivamente, de un convenio con la Universidad Luiss Guido Carli – Sep y el proyecto europeo Mospi.
Gasto global en prestaciones sociales por encima de la media de la UE
Tenemos un sistema de bienestar con un alto gasto en prestaciones sociales, teniendo en cuenta que en Italia está por encima de la media de la UE (28,3 % del PIB frente al 26,9 %) pero orientado mayoritariamente al gasto en seguridad social que, según los últimos datos de Eurostat disponibles (2019 ), absorbió porcentajes significativos del PIB (más del 16%), o el apoyo a la renta “pasiva”. Por otro lado, tenemos un «conjunto de actuaciones infradimensionadas tanto respecto de los cambios en la demanda social como de los objetivos de recalibración a los estándares europeos que todavía parecen estar lejos de alcanzarse.
«Prevalece una orientación general hacia las transferencias monetarias, y en su mayoría de carácter previsional -explica Sebastiano Fadda, presidente del INAP-. En muchos aspectos, Italia parece ser un país que también va a la zaga de la nueva agenda de inversión social dictada a nivel europeo. Las transformaciones que en los últimos años han dado lugar a importantes intervenciones, empezando por la lucha contra la pobreza, no difieren de esta línea. Sin embargo, la introducción primero del Rei y luego sobre todo de la Renta de Ciudadanía ha representado una indudable novedad con respecto al camino institucional del bienestar italiano, habiéndose introducido por primera vez una medida nacional para combatir la pobreza de dimensiones comparables a las de los principales países europeos”.
58% gasto social para pensiones de “vejez y sobrevivencia”
Desde el punto de vista de la composición del gasto social, el área de intervención “vejez y sobrevivientes” cubre el 58,3% del gasto social, seguida de “enfermedad/salud e invalidez” (28,6%), “familia/hijos” (3,9%). ), “desempleo” (5,7 %) y “lucha contra la pobreza y la exclusión social” (3,5 %). Las medidas más recientes han amortiguado los efectos de la crisis pandémica sobre las desigualdades y el riesgo de pobreza (renta de ciudadanía, Rem), pero estamos rezagados en cuanto a servicios, tanto en asistencia social como en activación para la inserción laboral.