“¡Estoy tan feliz!”, grita Mehmet, quien, como ciudadano holandés, tiene asegurada, entre otras cosas, una prensa libre y un sistema legal que funcione. ‘Erdogan enorgullece y enorgullece a Turquía’.
“Me resulta incomprensible que haya gente que vote por la oposición”, prosigue Mehmet, que fielmente vota por el partido de la oposición Denk en los Países Bajos. Son terroristas. En la cárcel con eso.
Más tarde, Mehmet informa con orgullo en Twitter, una red social que Erdogan ha cerrado varias veces con un chasquido de su dedo, que el futuro de Turquía está asegurado.
Cuando Mehmet es entrevistado por la prensa local, no tiene buenas palabras para los medios holandeses. “Los principales medios de comunicación han estado ennegreciendo a Erdogan durante años, pero la gente común lo ve. Son todas noticias falsas, ya sabes”, dijo el comerciante, a quien no le molesta la ley turca recientemente adoptada contra la desinformación que Erdogan usa indiscriminadamente contra los medios críticos.
El empresario, a quien el Gobierno ayudó en los últimos meses con el techo energético, destaca que a pesar de una inflación del 40%, Erdogan también es el líder adecuado para ayudar a que la economía vuelva a la normalidad.