BElfast, 30 de octubre. (askanews) – Una prisión y los fantasmas de la historia, pero quizás no solo eso. Leyendas y cuentos populares, brujas y misterios. Irlanda del Norte, a pocos días de Halloween, festividad que aquí se reivindica como la paternidad, es un espacio donde las dimensiones se entrelazan y la posibilidad de encontrar narrativas alternativas es alta. Sucede, por ejemplo, en Belfast, en la prisión más antigua de la ciudad, Crumlin Road Gaol, donde se dice que los espíritus de los detenidos y condenados deambulan junto a las celdas y túneles de la época victoriana. Lo creamos o no, ningún fantasma se nos ha aparecido, las pesadillas de la historia, antiguas y más recientes, permanecen, la horca donde se llevaron a cabo los ahorcamientos permanece y las huellas del conflicto del siglo XX que ensangrentó el Ulster permanecen.
A pocos kilómetros de la capital, en Carrickfergus, en el museo cívico los actores recuerdan una historia de brujas que se remonta a 1711, una mujer atormentada de manera misteriosa por demonios y otras mujeres, en una historia que se desliza hacia la leyenda, pero permanece anclada. a la realidad, representada por el Castillo de Carrickfergus, donde se ejercía la justicia y el poder y donde, también aquí, junto a los tormentos, se cuentan historias de fantasmas que aparecen y reclaman su voz. Apariciones que también habrían sido documentadas mediante fotografías, que el guía del castillo nos muestra como prueba.
“Halloween es muy importante en Irlanda, porque es una fiesta antigua, es Samhain, un aniversario muy importante en el calendario celta porque es el momento en el que la distancia entre los vivos y los muertos se vuelve muy fina y los espíritus pueden pasar. de una dimensión a otra”. Liz Weir es una narradora de Ballymena y en la casa con vista al mar cuenta de apariciones y misterios, de cómo el mismísimo diablo, junto a un mendigo, dieron vida a la tradición de Halloween. Las historias caen en el mito, los planes se confunden, la narrativa también vuelve a ser un lugar social, un lugar de encuentro entre personas. Con ella para contar la historia también está otro narrador, Stephen O’Hara.
“No existe en Irlanda ninguna tradición según la cual el diablo tenga la piel roja, cuernos y una horca – explicó O’Hara -. En el folklore irlandés él es siempre una persona como cualquier otra, la persona que puede apoyarnos. Esto se debe a que en tiempos de sufrimiento, pobreza, enfermedad e ignorancia la gente tenía miedo sobre todo de los demás”.
En definitiva, el misterio está aún más cerca de lo que podríamos sospechar y aquí, en Irlanda del Norte, sigue viviendo y moviéndose, extraño y fascinante como las calles de noche que atraviesan estos cuentos y nos llevan lejos.
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