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El partido gobernante de México eligió el domingo al hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador para un cargo de alto nivel, en una señal de que el líder izquierdista seguirá influyendo en la vida pública después de su dimisión.
López Obrador se encuentra en las últimas semanas de un mandato de seis años que ha polarizado la política mexicana y concentrado el poder legislativo en su partido. Su sucesora elegida a dedo, la ex alcaldesa de Ciudad de México Claudia Sheinbaum, lo reemplazará como presidente en octubre.
El domingo, en un centro de conferencias en la capital, Sheinbaum y los delegados del partido enfatizaron la “unidad” al elegir a la generación más joven de liderazgo.
Andrés López Beltrán, el segundo hijo mayor del presidente, ha trabajado durante años muy de cerca para su padre tras bastidores y a partir del próximo mes el hombre de 38 años asumirá el puesto administrativo de secretario de organización del partido Morena.
“Todos sabemos que él [Obrador] “El señor López Beltrán seguirá presente en este partido con su ejemplo, con su legado. Nuestra labor al frente de esta secretaría será mantener ese legado, esa línea”, dijo López Beltrán sobre su padre ante un público que lo vitoreaba.
López Beltrán, que mantiene un perfil público bajo y no ha dado discursos ni entrevistas, ha sido, junto con sus hermanos, objeto de numerosas investigaciones que los vinculan a ellos o a amigos cercanos con presunta corrupción en contratos públicos. El presidente y sus hijos han negado enérgicamente cualquier acusación de irregularidades.
La elección de López Beltrán, conocido como Andy, es vista como una manera del presidente de tener mayor influencia sobre su sucesor y posicionar a su hijo para una futura candidatura a la presidencia.
“Esto grita: ‘Quiero permanecer en el poder durante los próximos 12 años’”, dijo Joy Langston, profesora del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México. “Habla de esta poderosa nube oscura que se cierne sobre Sheinbaum en el futuro cercano”.
Fundado como un grupo de la sociedad civil para ayudar a la campaña presidencial de López Obrador en 2012, Morena ahora controla la presidencia, una supermayoría funcional en ambas cámaras del Congreso y dos tercios de las gobernaciones.
Los miembros de Morena se refieren al partido como un “movimiento”, pero pocos se atreven a estar en desacuerdo públicamente con el presidente, que tiene índices de aprobación del 60 por ciento y una base devota entre los votantes de menores ingresos.
Durante la transición, Sheinbaum se mantuvo cerca de su mentor, físicamente en su gira de despedida por el país y retóricamente en sus declaraciones.
Algunos partidarios de Sheinbaum la describen como una líder tecnocrática y moderada que el presidente, y en los medios de comunicación se debate si en secreto está en desacuerdo con algunas de sus políticas.
Pero la presencia del hijo de López Obrador, la posibilidad de referendos revocatorios y la ubicación de leales en posiciones influyentes harán difícil que ella se desvíe demasiado del camino que él ha establecido, dijeron analistas.
La elección de López Beltrán para un puesto de gestión de las estructuras partidarias consolida la percepción de que Morena se basa en el propio presidente. En el cargo, López Obrador aumentó el salario mínimo y los programas sociales, al tiempo que empoderó a los militares y redujo la capacidad de la burocracia estatal.
Algunos miembros de Morena ya han sugerido que López Beltrán podría ser el candidato del partido para las elecciones de 2030, lo que complica los esfuerzos de Sheinbaum por controlar su propio legado.
Otros dicen que su presencia, si ella lo mantiene de su lado, podría ser una ventaja en medio de una lucha potencialmente feroz por el control dentro del partido. Los principales funcionarios de Morena han dejado en claro que mantener unida a la coalición gobernante será su mayor tarea.
“Nuestro reto es la unidad”, dijo el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña. “Ya se habla de 2030, por eso tenemos que tener cuidado para no dividirnos”.