Un gol del delantero de la Real, que ya había marcado en semifinales, decidió. Hace un año un motín partió a las Furias Rojas, así se logró el triunfo
Fue España, en la noche de Sídney, la que elevó al cielo el Mundial que volvió a trazar las fronteras (tras los dos títulos, 2015 y 2019, para Estados Unidos). El gol de Olga Carmona en la primera mitad fue suficiente para doblegar a Inglaterra, que no logró así un bis histórico tras el título europeo en Wembley el pasado verano. Con la capitanía al brazo, la lateral zurda del Real Madrid se convierte así en la jugadora más decisiva del torneo: de hecho, marcó el gol decisivo tanto en la semifinal, ante Suecia, como hoy en el último acto. Y así, con 23 años, escribió una página de historia junto a sus compañeros: la España del polémico seleccionador Jorje Vilda ganó la Copa del Mundo 8 años después de su primera participación, tras los títulos mundiales Sub-17 y Sub-20 (en además del Campeonato de Europa U19) que certifican el rápido crecimiento del movimiento.
DE LA DIVIDENCIA AL TRIUNFO
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El motor son los éxitos del Barcelona -que ha ganado dos de las tres últimas Champions League-, pero la selección tiene su propia historia reciente de tormento: hace apenas un año, una quincena de jugadores decidieron amotinarse para desafiar al técnico, sin embargo defendida por la Federación. Sin embargo, la rebelión -que luego volvió- provocó una ruptura en las relaciones, quedando pocas jugadoras en las convocatorias de Vilda. Entre estas, sin embargo, la más importante: Aitana Bonmatì, cerebro del centro del campo blaugrana que Guardiola comparó hace unos días con Iniesta. Jugó una final suntuosa. Inglaterra, habiendo llegado a la Copa del Mundo reelaborada, cae así sobre las más bellas. Para la entrenadora Sarina Wiegman -a quien algunos querrían que estuviera en el banquillo de la selección masculina, en lugar de Southgate-, en todo caso, se mantiene la satisfacción de la cuarta final consecutiva alcanzada (con Holanda e Inglaterra) en los últimos Mundiales y Europeos. . Esta vez, sin embargo, ella no ganó.
el partido
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Inglaterra es la misma que en la semifinal contra Australia: ni la formación descubierta durante la construcción (3-4-1-2), ni los cambios de once, pese a la vuelta de la descalificación de 2 partidos de Lauren James. En España, en cambio, está Salma Paralluelo como titular: tras dos sustituciones decisivas desde el banquillo, la estrella del Barcelona de 19 años se despliega en el centro del ataque. No es su papel natural, pero encaja perfectamente en él. En el cuarto de hora se enciende la final: Cáñamo hace temblar el larguero español desde la frontal, mientras que en el otro lado son Parallulelo y Cardoso los que no logran desviar al área pequeña. España es asimétrica, desarrollando su calidad regateando sobre todo en la cadena zurda: así llega el gol en el minuto 29, de una recuperación en el centro del campo que desencadena el desborde ganador de Carmona (bien servido por Mariona). Sobre la ola de la ventaja, también está la oportunidad del doblete: primero Paredes intenta con un tiro desviado en el área, luego otra vez Paralluelo -disparado por Batalla- que astilla el poste con Earps golpeado. Volvemos al vestuario con la merecida ventaja española, pero evidentemente los campeones de Europa cavilan sobre el larguero de Cáñamo. La puerta giratoria, al enfrentamiento, del desafío.
el fin
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En el descanso Wiegman intenta sacudir a Inglaterra con un doble cambio, rediseñando la zona de ataque: por dentro Kelly y el regreso de James (en lugar de Alessia Russo y Daly). Sin embargo, la primera notificación sigue siendo española: después de la larga serie habitual de pases, esta vez Mariona recibe un disparo desde la línea que obliga a Earps a empujar a la esquina. España sigue con el control de las operaciones, teniendo además la oportunidad de cerrar las cuentas: tras una mano de Walsh (el repaso en el campo se hizo demasiado largo), Hermoso tiene un penalti detenido por Earps. El episodio favorable podría revivir a Inglaterra, pero la única sacudida proviene de un tiro cercano de James, en una posición sospechosa, que Coll levanta por encima del larguero. Ni siquiera el asalto final da frutos, pero con razón. España triunfó merecidamente, alcanzando la gloria al final de un tortuoso camino dentro y fuera del terreno de juego (en el grupo, la derrota por 4-0 ante Japón en la tercera jornada parecía que iba a dejar grietas en las paredes). Para ganar, evidentemente, no necesariamente tiene que haber un contexto de plena armonía. Por cierto: en otoño, los nuevos campeones del mundo estarán en el camino hacia los Azzurre (que esperan a su guía) en la recién formada Liga de las Naciones.
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