El duro arrebato contra algunos jugadores se suma al de la clase arbitral (no compartida antes con el club) en una temporada en la que ya se habían dado casos de la pausa refrescante en Roma, la anarquía en Florencia y la particular gestión de Leao. ¿Paulo fue y sigue siendo un hombre solitario?
Si es un punto sin retorno, probablemente lo sabremos pronto. Pero lo cierto es que a partir de ahora ya nada será igual que antes. Tal vez podamos intentar fingir que no pasó nada – y esto sólo sucederá si existe la comodidad de los resultados en el campo -, pero corremos el riesgo de ser sólo polvo escondido bajo la alfombra: no se puede ver pero está ahí, y antes o más tarde habrá que eliminarlo. El día después de las acusaciones de Fonseca contra el equipo -precisas, detalladas, conscientes- no pasó gran cosa. En el sentido: ningún cara a cara trascendental en Milanello, ninguna posición pública adoptada por la dirección. Seguimos adelante pensando en el próximo partido porque es el calendario, súper comprimido hasta marzo, el que lo dicta. Y porque en el corazón de todos los que trabajan en Milán, en última instancia, existe la esperanza de que la temporada se desarrolle de tal manera que se olviden los problemas críticos actuales.