A Dries van Agt y Rini Wagtmans les encantaba el ciclismo y se reunían a menudo en St. Willebrord. Su amistad se remonta a más de cuarenta años. La muerte de su amigo afecta mucho al exciclista. «Estoy muy sorprendido, a pesar de que estaba por llegar».
La amistad entre el político y el ciclista comenzó de manera notable. Van Agt se encontraba regularmente en St. Willebrord, donde tomaba café con el ex ciclista profesional Wim van Est y Paul Wagtmans, ex diputado de la provincia de Brabante. «A veces me permitían unirme y hablar sobre el ciclismo, sobre nuestro pueblo y los problemas de la sociedad», dice Wagtmans.
«Él sabía andar en bicicleta mejor que yo».
Van Agt era un apasionado del ciclismo y también tenía una bicicleta de carreras. «Me preguntaba si realmente sabía andar en bicicleta», reflexiona Wagtmans. «Decidimos pedalear juntos para dar un paseo en bicicleta. ¿Y adivinen qué? Él era mejor que yo».
Aprecia los recuerdos de su amigo de Geldrop. «Nos llamábamos a menudo. Durante esos cuarenta años, Dries nunca dejó de desearme un feliz Año Nuevo y buena salud el 1 de enero. Y luego yo también lo hice».
Hay muchas cosas hermosas que recordar. «Cuando Wim van Est murió, Dries escribió un hermoso poema que aún se encuentra en la lápida. Cuando lo recitó en la iglesia durante el funeral, todos se dieron cuenta de lo bueno que era con las palabras».
En 2019, Van Agt sufrió una hemorragia cerebral. «Luego recibí una llamada de su esposa Eugene. Ella dijo que Dries le había pedido que me llamara si le pasaba algo. Tenía que hacerme saber que todo estaría bien y que no tenía que preocuparme».
El ex ciclista ha intentado últimamente varias veces ponerse en contacto con su buen amigo. «Pero prefería que no lo molestaran más. Su enfermedad era demasiado debilitante. Ya no era el Dries que era».
«Morir de la mano es señal de amor.»
Continúa: «Lo que hicieron juntos, morir tomados de la mano, es una muestra de amor y cariño. Creo que es un ejemplo para mucha gente».
«Que la gente muera y se despida, eso es normal. Todo el mundo muere en algún momento. Pero lo que más extrañaré es que esa llamada telefónica nunca vuelva a llegar».
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